
El recambio varietal sigue expandiéndose en la industria global de la uva de mesa. Un paso esencial para garantizar la calidad de las frutas en destino y evitar la deshidratación es el manejo de la cadena de frío. Para el Dr. Luis Luchsinger, especialista postcosecha de frutas y manejo de cadena de frío, consultor internacional y profesor de la Universidad de Chile, existen 15 puntos clave que deberían seguir las agroexportadoras para arribar a destino con una fruta de calidad y buena condición.
El atractivo comercial de las nuevas variedades de uva de mesa es innegable. En la búsqueda de menores costos de producción y de frutos que destaquen por su sabor, aroma, textura y forma; la industria se ha visto atraída por alguna de las variedades de los diferentes programas de mejoramiento que hay en el planeta. Sin embargo, las agroexportadoras que optan por este material genético enfrentan un gran desafío: las nuevas variedades son más propensas a presentar deshidratación y pardeamiento de raquis. “El tema de las nuevas variedades es crítico”, advierte el Dr. Luis Luchsinger, especialista en postcosecha de frutas y manejo de cadena de frío, consultor internacional, profesor e investigador del Centro de Estudios Postcosecha de la Universidad de Chile.
El especialista remarca que ya no es suficiente con aumentar el volumen exportado de uva de mesa, sino que es importante ser capaz de asegurar un trabajo de calidad en cada etapa del proceso productivo. “Acá el prueba y error no sirve porque es carísimo. También hay que considerar que hoy en día la uva de mesa compite con muchas especies. Si la fruta no llega en buenas condiciones al mercado de destino, el consumidor preferirá comprar otra fruta”, afirma Luchsinger, en el marco del curso de especialización en uva de mesa organizado por Uvanova y Redagrícola.
El uso de atriles o mesas facilita el trabajo y aumenta la productividad de los trabajadores.
Aunque la deshidratación del racimo y el pardeamiento del raquis son los problemas más críticos que enfrentan los exportadores de uva de mesa en destino, Luchsinger indica que estos no son los únicos y enumera otros inconvenientes: deficiente limpieza de la fruta, la mezcla de colores y calibres, el mal embalaje, la presencia de racimos débiles, las bayas acuosas, el ‘hairline’, las partiduras y el desgrane.
No cumplir con los estándares de calidad exigidos por los importadores puede resultar contraproducente económicamente, ya que la pérdida de agua de la fruta es prácticamente equivalente a la pérdida de peso y a no cumplir con el peso fijo acordado con el cliente. “La deshidratación es una moneda que tiene dos caras: una cara es que si perdemos peso, perdemos producción. Si pierdo un 4% dejaré de exportar un 4%. Además, que cuando vamos con peso fijo y llego a destino bajó el peso establecido, estoy engañando a mi cliente. La otra cara de la moneda, y tal vez la más grave, es cuando se afecta la apariencia del raquis debido a la perdida de agua”, recalca el especialista.
En esa línea, la postcosecha es una etapa clave para mantener la calidad de la uva de mesa. “En postcosecha tenemos que ir contra la naturaleza, frenar el proceso de maduración y de senescencia. Entonces, al cosechar un fruto comienza el reloj del deterioro. Lo que hacemos en postcosecha es que el deterioro sea el menor posible”, sostiene y agrega que en esta etapa se enfrentan diversos retos, como la falta de mecanización y la necesidad de contar con mano de obra calificada.
Packings de limpieza.
Para Luchsinger, al menos existen 15 variables que inciden en la calidad de la uva de mesa y que, de no manejarse adecuadamente estos indicadores, existe el riesgo de causar el deterioro de la fruta en destino.
En esta etapa es importante manipular adecuadamente el racimo y proteger la pruina. “El racimo se toma del eje central, desde dónde está colgando. Si se toma de otra manera, el racimo no resiste y comenzará a producirse el desgrane o desgarro pedicelar. También por el tema de la pruina, uno tiene que tratar de manipular lo menos posible el racimo”, destaca Luchsinger, tras anotar que los cosechadores no deben tomar más de un racimo a la vez para no ejercer presión sobre este.
Las imágenes muestra una manipulación adecuada del racimo.
Respecto a las herramientas que se deben usar en el packing de limpieza, el especialista recomienda el uso de tijeras punta roma para evitar dañar la fruta y que los cortes sean a ras, sin protuberancias o restos que causen daño a las bayas adyacentes. Esta etapa es ideal para aligerar racimos muy compactos, pues esa condición genera un microclima en su interior, dificulta la remoción del calor y el paso del SO2.
En el caso de racimos compactados, el especialista sugiere que se retiren las bayas con los dedos y no se use tijeras. “En la Red Globe, por ejemplo, la única forma de revisar el interior del racimo para limpiarlo es dando vuelta al racimo, por lo que esta operación debería hacerse con el racimo colgando. En caso contrario, podemos tener muchos problemas de desgarros en los laterales u hombros del racimo”, advierte.
El especialista sugiere que la fruta sea trasladada lo antes posible a los túneles de enfriamiento, ya sea de materia prima o de producto terminado. “Bajar la temperatura es más importante que aumentar la humedad relativa”, afirma y agrega que se tendrá que definir de qué manera se quiere enfriar la fruta, si será por conducción o por convección. La conducción demanda baja ventilación en la caja, bajo caudal de aire, enfriamiento lento y alta deshidratación; mientras que la convección demanda una alta ventilación en la caja, alto caudal de aire, enfriamiento rápido y baja deshidratación.
Luchsinger resalta la experiencia de los productores de cereza respecto al enfriamiento de la materia prima. En su opinión, esa experiencia debería ser canalizada por los exportadores de uva de mesa, ya que el nuevo material genético se comporta igual que la cereza en temas de deshidratación. “Los invito a que empiecen a ver el excelente trabajo de la cadena de frio en cerezas. Vean lo que hacen. Inmediatamente después de la cosecha enfrían la fruta con agua fría (hydrocooler), la trasladan rápido, la mantiene en cámara fría, la procesan en agua fría, en un ambiente frío a 5 a 6°C. Además, la embolsan, con bolsa sin ventilación. Lo único que debemos modificar en el caso de la uva de mesa es usar aire forzado en vez de agua fría”, manifiesta. “Nosotros vamos a tener que empezar a enfriar la materia prima. Obviamente eso es cuando tienes packing climatizado”, agrega Luchsinger.
Es por eso razón que recientemente en Chile, Agrícola Pimpihue construyó, por primera vez, un prefrío de materia prima de uva de mesa. “En Perú se empezó a hacer hace siete años atrás”, subraya. Se trata de un sistema que permite reducir la temperatura a 18°C en apenas 25 minutos. Con la práctica del prefrío de materia prima se evita además al menos un 0.5% de deshidratación y se ahorra tiempo en el prefrío del producto terminado, porque parte de una temperatura más baja. “Mientras más tiempo mantenga alta la temperatura de la fruta, más la voy a deshidratarla”, recalcó Luchsinger.
Luchsinger sugiere que los túneles de aire forzado cuenten con ventiladores potentes. “Hay que hacer un redireccionamiento del aire para que el proceso de enfriado sea aún más rápido. En los prefrío debemos tener ventiladores que tengan alto caudal de aire a una alta caída de presión estática. Cada ventilador tiene su curva característica de presión y caudal de aire. Entonces, a lo mejor se puede tener un ventilador que funciona muy bien, que da 15.000 m3/h a 45 mm de columna de agua, pero si tenemos una caída de presión mayor, podría caer un 60% el caudal de aire o más. Y ese es el problema actualmente. No tenemos ventiladores potentes”, recalca.
Es importante tener estibas eficientes. De lo contrario, la temperatura en la zona de la puerta va a aumentar. La estiba que recomienda el experto es la 9×11 modificada por Luchsinger. En su visión, una buena estiba implica que la diferencia entre el termógrafo del motor y el termógrafo de la puerta (situado en el penúltimo pallet) no debiera superar 1°C.
Luchsinger advierte también que cuando se use el programa Quest en los contenedores, deben enfriar rigurosamente la fruta que se carga en el contenedor (temperatura de la pulpa entre -1 y 0°C), o de lo contrario se puede activar Quest. Este programa podría bajar la temperatura del aire hasta en 6°C o subirla hasta en 2°C respecto del punto de seteo del contenedor, con riesgo de congelación para la fruta.
Escala de deshidratación del raquis en uva de mesa
Luchsinger indica que el potencial de deshidratación (tolerancia a la deshidratación del raquis) en las nuevas variedades es menor. Si variedades tradicionales como Red Globe o Thompson Seedless suelen ubicarse de 3.5 a 5% de potencial de deshidratación, las nuevas variedades por lo general tienen un potencial de deshidratación menor a 2.5%. Este porcentaje es muy similar al potencial de deshidratación de las cerezas, que se ubica en 2.4%. Lo ideal es que la uva llegue con un alto potencial de deshidratación en postcosecha, lo que favorece una baya firme.
Otra herramienta que se puede usar para optimizar la calidad de la uva de mesa es la tabla psicrométrica, que ayuda a medir el contenido de humedad del aire. “La psicometría estudia las propiedades del vapor de agua y temperatura del aire. Cada combinación de temperatura y humedad relativa del aire o la fruta da una determinada presión de vapor medida en kilopascal (kPa). La fruta y el raquis siempre están a 100% de humedad relativa (HR)”, explica y añade que, si se tiene una fruta a 30°C (100% HR), se tendrá una presión de vapor de 4.3 kPa. Si esa fruta estuviera en un ambiente a 30°C y 70% HR, el aire tendría una presión de vapor de 2.9 kPa, se produciría un déficit de presión de vapor (DPV) de 1,4 kPa, por lo tanto se produce deshidratación. “Lo concreto es que en la medida que vamos bajando la temperatura, este déficit de presión de vapor es cada vez menor. Ojo, es difícil subir la humedad relativa”, advierte. En otras palabras, la deshidratación del raquis se produce porque la fruta casi siempre tiene una mayor presión de vapor que el ambiente que la rodea.
De darse la relevancia que merece a la poscosecha y el manejo de la cadena de frío, se tiene en gran parte la garantía de que las uvas de mesa llegaran con la calidad y condición deseada a destino. Ya que mientras más tiempo tarde el enfriamiento, mayor será la deshidratación y la pérdida de peso de las bayas. En un mundo en que la calidad es indispensable y en el que existe una ardua competencia no hay margen para olvidar dichos principios. La competitividad depende de ello.