
Un grupo de investigadores del Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas (Ibmcp, UPV-Csic) ha descubierto que un mecanismo genético implicado en el envejecimiento de las hojas de las plantas denominado Chlorad juega un papel decisivo en el proceso de maduración del tomate.
Según el estudio y tal como lo revela el portal Chile Alimentos, los tomates con un sistema Chlorad activado se ponen rojos más rápidamente y acumulan más licopeno, un compuesto beneficioso para la salud, mientras que los frutos con un sistema Chlorad deficiente tardan más en madurar.
Vale destacar que, la clave de este trabajo surge de Arabidopsis, una planta utilizada como modelo de estudio que no desarrolla cromoplastos de forma natural, pero que sí transforma sus cloroplastos durante el proceso conocido como ‘senescencia foliar’, en el que las hojas envejecen, pierden clorofila y dejan de hacer la fotosíntesis. Durante este proceso, un mecanismo molecular denominado CHLORAD se encarga de eliminar complejos presentes en la capa externa de los cloroplastos que importan proteínas necesarias para la fotosíntesis.
Los investigadores han comprobado que el sistema Chlorad funciona también durante la maduración del tomate. Al activarse, impide el importe de proteínas fotosintéticas, pero favorece la incorporación de otras proteínas necesarias para la producción y el almacenamiento de carotenoides durante la transformación de los cloroplastos en cromoplastos.
«Además de entender mejor cómo se transforman los cloroplastos en cromoplastos, ahora sabemos que este proceso no sólo regula la pigmentación del fruto, sino que afecta a otros muchos aspectos ligados a maduración y que afectan a la firmeza o el aroma de los tomates», explica Manuel Rodríguez Concepción, investigador del CSIC en el Ibmcop que participa en el trabajo.