
Mayor eficiencia, eficacia y productividad. Eso buscan los agricultores de todo el planeta y también de América Latina, sobre todo en años que han estado marcados por una escasez de mano de obra y transformaciones climáticas. Eso ha motivado el nacimiento y crecimiento de ‘startups’ que, ayudadas en tecnologías como Internet de las Cosas (IoT) e inteligencia artificial buscan simplificar los diferentes procesos, desde que se planta un árbol hasta que la fruta cosechada arriba a destino.
Instacrops (www.instacrops.com) es unas de las ‘startups’ que ha agarrado más vuelo en América Latina. Si bien en un comienzo se enfocaron en desarrollar dispositivos para detectar plagas, hoy desarrollan hardware que incorpora IoT y un software para la agricultura, integrando diversas fuentes de datos, técnicas de inteligencia artificial y visión computacional, con el objetivo de recopilar información sobre parámetros claves de tus cultivos en una misma plataforma, para transformarse en un asesor virtual y obtener recomendaciones en tiempo real. Si bien partieron en Chile, hoy están presentes en Colombia y México. Mario Bustamante, CEO de Instacrops, comenta que en 2021 recaudaron US$2.8 millones en una ronda de financiamiento liderada por fondos de inversión chilenos. “Con este último financiamiento hemos crecido en forma acelerada, ampliando nuestros equipos en cada mercado, optimizando nuestro actual portafolio de servicios y desarrollando nuevas tecnologías para la industria”. La empresa actualmente tiene su matriz en EE UU y tiene como objetivo a mediano plazo seguir expandiéndose a mercados como Brasil y Europa. “Nuestra misión es que cada agricultor pueda contar con una paleta de servicios tecnológicos que le permitan monitorear todos los parámetros claves de su campo, y así obtener cosechas excepcionales utilizando los recursos precisos”, subraya.
Hacer más con menos. Ese parece ser el mandato de un nuevo ciclo que comenzó, de manera circunstancial y tal vez forzada, por la pandemia del Covid-19 a la que nos hemos visto enfrentados. Pero qué tan profundo ha calado el ingreso de estas nuevas tecnologías, o qué tan dispuestos están aquellos que trabajan en la industria agrícola en adoptarlas. Al parecer todas las interrogantes llevan a entender que la tecnología sigue teniendo aún un efecto limitado, por lo menos en Sudamérica, aunque el coronavirus sí ha sido un impulsor de muchos nuevos desarrollos en estos casi 2 años de pandemia.
Todas aquellas nuevas tecnologías, enfocadas ya sea en manejos del huerto, fitosanidad, riego, análisis y proyecciones de cosecha, postcosecha u otros, pueden entregar grandes ventajas a la hora de equilibrar balances y mejorar rentabilidades, en un mundo agrícola que ha comenzado a resentir cada vez más fuerte la paulatina escasez de la mano de obra, que se agudizó con el Covid-19.
El Dr. Kaan Kurtural, especialista en viticultura y enología de la Universidad de California Davis, es claro en señalar que “siempre necesitaremos gente en agricultura, pero no tanto como hoy en día, ya que la operación de los campos está cambiando”. Para graficar lo anterior, explica que hay personas que ya no quieren trabajar en las diferentes labores de los viñedos en zonas de Estados Unidos. “Mucho de eso tiene que ver con la calidad de vida y factores socioeconómicos. Los centros urbanos están lejos y los padres no quieren que sus padres trabajen en viñedos, sino quieren que sean doctores o abogados”, advierte. En ese sentido, mientras más avanzan las tecnologías y la administración de los viñedos (y también de otros cultivos), lo que se busca es optimizar dichas variables con procesos mecanizados.
Hay ciertos frutales (sobre todo aquellos que van a la industraialización) que corren con ventaja en el uso de maquinarias, ya que las labores de cosecha no requieren de la delicadeza de otras especies que van directo al fresco. Por eso parece ser que este proceso, si bien acelerado por las circunstancias, seguirá siendo paulatino y no una panacea que llegue a curar los males o dolores que se han generado en la agricultura.
Stanley Best, Director Nacional de Agricultura de Precisión INIA Chile, sostiene que, si bien la tecnología ha tenido un impulso para poder suplir la falta de mano de obra, hay un contrapunto en esa tesis, y es que esta marea renovadora tiene un gran rompeolas en la falta de conocimiento y su socialización con los agricultores.
Agrourbana (Chile) es una de las primeras empresas de huertos verticales en la región, y está en proceso de una ronda de financiamiento para ampliar sus instalaciones.
Si bien es una ‘startup’ austriaca, Pixofarm (www.pixofarm.com) ya cuenta con clientes en Sudamérica, específicamente en Chile, gracias a un tecnología que, con una simple toma de fotografías con un smartphone a una cierta cantidad de frutas y árboles, puede proporcionar datos fiables de seguimiento y previsión del rendimiento de sus huertos. Con estos datos, por ejemplo, se puede planificar y optimizar de manera eficiente sus actividades operativas como logística, empaque, almacenamiento, ventas y marketing.
“Utilizamos inteligencia artificial, aprendizaje automático y tecnología de procesamiento de imágenes para detectar, medir y contar frutas con precisión y calcular pronósticos”, señala su CEO, Farid Edrisian. La compañía fue fundada en 2019 en Viena y actualmente cuenta además con clientes en más de 20 países de Europa, África, Oceanía y Sudamérica. “Nuestro objetivo es convertirnos en la herramienta de estimación de rendimiento de fruta número uno del mundo”, señala Edrisian, indicando que sus planes a corto plazo incluyen expandir su oferta en toda la cadena de valor de la producción de frutas, donde lanzarán una solución de poscosecha para contar y medir frutas en los contenedores.
“Dónde te capacitas hoy para ver temas de agricultura de precisión” se pregunta Best, apuntando a que muchas universidades o centros de estudios mantienen las mismas mallas curriculares desde hace 20 años. “El problema está en cómo se articula este ecosistema ‘agtech’, para que se genere un ecosistema de colaboración económica, para estructurar ambientes productivos sobre los cuales se pueden instalar emprendimientos”, sobre todo porque hoy en día existe oferta, pero aún hay una demanda incipiente, pero la atomización de ambos es necesaria encausarla a través de iniciativas públicas y privadas que permitan esta conversación para que se generen círculos virtuosos como, por ejemplo, instancias para generar capacitación o colaboración, aprovechando instancias como las que se han generado a través de la virtualidad, que ya ha instalado la pandemia con un fin educativo. Asimismo, el especialista destaca que “se debe trabajar muy fuerte desde la perspectiva de las empresas y sus asesores para que su llegada sea exitosa hacia los usuarios. El problema es que siempre le ponemos el foco al usuario”, señala el experto.
La tecnología está inundando los campos de diferentes países del continente. Sin embargo, como cuenta Stanley Best, “un agricultor no va a usar 20 softwares, uno para fertilidad, otro para riego y otro para agroquímicos… Entonces hay que trabajar con sistemas que puedan interconectarse, del mismo modo que se trabaja en un entorno ‘Windows’, donde se podrían ir sumando ‘widgets’, la idea sería que las diferentes aplicaciones que tienen las empresas puedan generar una especie de panel de control a gusto de cada agricultor. Tenemos que facilitar, los productores están en el día a día siempre ocupados”, recalca Best, añadiendo que la idea de INIA es escalar encuentros para las empresas, con tal de que puedan tener una conexión, por ejemplo, con Agrosavia en Colombia o el INTA en Argentina, entendiendo que estos emprendimientos o desarrollos tecnológicos pueden tener un mayor impacto y alcance a nivel regional donde encuentran un mercado de 300 millones de personas, muy por sobre las posibilidades locales.
La tecnología en la agricultura debe apuntar a ahorrar mucho tiempo y dinero en procesos, y Spectrum (www.specmeters.com)cuenta con herramientas que pueden ayudar a mejorar la toma de decisiones y olvidarse de métodos centenarios como las calicatas. Con el TDR 350, dos varillas perforan el suelo y entregan la información georeferenciada relativa a las condiciones del suelo y humedad, recolección de datos que puede ser enviada y vista en el smartphone o en el Software SpectConnect donde se puede acceder a la información detallada de los últimos 6 meses.
Carlos Toro, director de ventas de Spectrum para las Américas, señala al respecto que esta herramienta sin duda puede dejar de lado la calicata, ya que esta práctica “solo te está dando los datos de un lugar específico y con ese lugar estás tomando decisiones para todo el campo, y eso no es realista. Si bien es una práctica que se ha utilizado varios años y es de mucha utilidad, no es muy precisa”, indica y añade que el gasto de tiempo en utilizar una calicata hay que considerarlo también en maquinaria o tener personas con una pala para abrir un hoyo, “mientras que con el TDR 350 simplemente se perfora, se lee y se toman decisiones”.
Otro caso destacado, y anecdótico, que refleja bastante bien la asimetría con la que se han incorporado las tecnologías, es la experiencia de Wiseconn, la empresa chilena experta en automatización del riego, que recientemente ingresó al mercado colombiano. Su fundador, Guillermo Valenzuela, comentaba a Redagrícola que mientras desarrollaban el mercado chileno, Wiseconn aterrizó hace un par de años con su tecnología en California, lo que los llevó a pensar que si estaban al lado de Slicon Valley, “todos los agricultores estarían regando desde un ‘smartphone’, pero no era así”, afirma Valenzuela sobre una realidad casi totalmente diferente, ya que según describe, incluía a trabajadores, por ejemplo, que abrían las válvulas con la mano. Pese a esto, señala que ha habido una evolución muy rápida, sobre todo en el Valle Central de California, donde hoy más de un 30% de los proyectos incluye telemetría. “Y eso ha ocurrido en los últimos 4 años, ya que la tasa de adopción de tecnología es muy alta”, precisa el gerente de Wiseconn. “En Chile esa adopción de la tecnología partió mucho antes que en California, pero aquí está siendo más rápido”, sostiene.
La empresa, que hoy tiene sedes establecidas en Chile, EE UU (con presencia en 10 estados), Perú y México y acaba de ingresar al mercado colombiano a través de Aliaxis-Durman, con un proyecto de 140 ha en el departamento de Caldas y se enfocará en cultivos como el banano, caña de azúcar y flores, con un trabajo totalmente automatizado, con control de riego y de fertilizantes, sensores de humedad del suelo, estaciones de clima e impulsiones, todo administrado a través de una plataforma web y aplicaciones móviles, que es donde Wiseconn se ha erigido como líder en telemetría y uso eficiente del agua en los cultivos, algo que se demostrado con el aumento de la productividad de los cultivo de entre un 10 y 15% y ahorros de agua, fertilizantes y energía de hasta el 30%, con la versatilidad de poder manejar la información desde una página web o bien desde la movilidad de un ‘smartphone’ o ‘tablet’, a través de su aplicación.
457 ‘startups’ estarían marcando el rumbo de la industria agrícola en América Latina.
4 países destacan en el ecosistema ‘agtech’ del continente: Brasil, Argentina, Chile y Colombia
US$400 millones de inversión recibieron en 2020 empresas de agtech en América Latina, el doble que en 2019.
US$ 1,400 millones es la inversión que ha recibido Rappi, la más grande que ha recaudado una empresa en la región. Sólo en 2019 recibió cerca de US$ 1,000 millones.
La Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) ubica a Colombia 67° entre 132 en su ranking de economías más innovadoras a nivel mundial en 2021. Chile es el mejor posicionado en América Latina (53°), seguido por México (55°) y Costa Rica (56°).
Este ímpetu con el que han aparecido diferentes innovaciones en el mercado para resolver las diversas problemáticas que ocurren tanto en la agricultura como en los procesos relacionado es algo que tienen claro tanto en instituciones públicas como privadas, que a través de diferentes formas intentan crear ecosistemas de emprendedores, muchas veces relacionados a incubadoras, escaladoras o aceleradoras de proyectos. Desde lo público, Innpulsa Colombia es la agencia de emprendimiento e innovación del Gobierno Nacional, que busca acompañar la aceleración de emprendimientos de alto potencial y a los procesos innovadores y de financiamiento que permiten escalar a los nuevos emprendimientos del país, caso muy similar a lo que sería su primo, Start Up Chile, agencia aceleradora de proyectos dependiente del Gobierno del país del sur. Por otro lado, desde la vereda privada, aparecen diversos actores como las aceleradoras Endeavor, Rockstart, Estratek, Torrenegra Accelerate o fondos de inversión de etapa temprana como 500 Startups.
ENCUENTRA TU ‘MATCH’ DE SERVICIOS, DE FORMA TRANSPARENTE
En tiempos de pandemia, al requerir servicios para la empresa, siempre existen asimetrías de información, donde los compradores no conocen a todas las empresas proveedoras, en sus cientos de categorías, sumado a la baja visibilidad o trazabilidad en los procesos de compra. Eso es lo que busca simplificar y transparentar WherEx, plataforma de licitaciones que busca digitalizar la burocracia de la cotización, generar altos niveles de competencia para tener un impacto positivo en los costos de las empresas productoras y mejorar los niveles de transparencia.
STARTUPS MADE IN COLOMBIA
Agrapp: La plataforma digital de financiamiento para pequeños y medianos agricultores, con tal de apoyar la ruralidad. Fundada en 2018, se ha convertido en una de las startups más destacadas de Colombia. El sitio (www.agrapp.co) permite que personas naturales puedan financiar o apadrinar a agricultores de diferentes zonas de Colombia, así como también permite que agricultores soliciten financiamiento para invertir en sistema de riego, insumos, transporte, asistencia técnica u otros costos directos. La plataforma está enfocada -por el momento-, en cultivos de gulupa, granadilla, maracuyá y uchuva, mientras que en el corto plazo esperan sumar además a agricultores de cacao y aguacate.
Waruwa: Es la primera plataforma digital en América Latina que distribuye frutas y hortalizas a los consumidores, reduciendo intermediarios y consiguiendo mejores precios, sobre todo para los campesinos y productores. La aplicación conecta campesinos y transportistas para llevar productos del campo a destino en menos de 24 horas. Waruwa (www.waruwa.com) además asegura mejorar las condiciones de las transacciones, a diferencia de la informalidad en la facturación y la falta de transparencia de los precios que caracteriza a este mercado.
Innterra: Gestionar o asegurar riesgos es el foco de Interra (www.innterra.la), que brinda soluciones que favorecen la transformación digital de la agroindustria colombiana, mediante el uso de herramientas de teledetección, analítica de datos, dispositivos IoT e inteligencia artificial. Estos datos les permiten elaborar análisis y evaluación de riesgos agrícolas para la toma de decisiones de los actores de la cadena, asegurando además el control y la trazabilidad de las operaciones y riesgos agroindustriales.
Frubana: Una de las innovaciones que brilló en esta pandemia y que va por más. La empresa colombiana (www.frubana.com) se estableció como una plataforma en que los restaurantes, uno de los sectores más afectados de las cuarentenas, pueden encontrar todo lo que necesitan a mejores precios. Este éxito les permitió conseguir este 2021 una inversión de US$65 millones en una ronda de inversión, con los que la empresa comenzó su expansión hacia Sao Paulo, Ciudad de México y Bogotá.
A través de inteligencia artificial, una persona puede ingresar un requerimiento y el sistema arroja todos los ‘match’ o proveedores mejor posicionados para la solicitud. “Nos dimos cuenta que la agricultura y la agroindustria tenían mucho que avanzar en costos y en bajar las asimetrías de información, con miles de proveedores en miles de categorías, pasando por el campo, por el packaging, por los repuestos, por los servicios de plantas, servicios de transporte, entre otros”, señala Felipe Manterola, cofundador y gerente de ventas de esta plataforma, que inició sus operaciones en Chile pero ya cuenta con presencia en Colombia, México y Perú, y que este este año logró cerrar una ronda de inversión para concretar la expansión a América Latina con venture capital de Chile, Estados Unidos y México por US$7 millones.
Los productores, pero también toda la cadena, deben tener claro que toda novedad puede marcar tendencias, aunque eso no signifique necesariamente una mejora. Hugo Poblete, gerente de producción agrícola de La Rosa Sofruco -una de las sociedades agrícolas más grandes en Chile en el mercado de fruta fresca, frutos secos, alimentos envasados y vinos-, subrayaba recientemente en la última edición de Fruit Trade, en Santiago de Chile, que “no se debe tener miedo en incorporar nuevas tecnologías”, siempre y cuando vayan de la mano con el compromiso de utilizarlas, y no flaquear cuando se presenten inconvenientes o solo para seguir ‘modas’, añadiendo que, “antes de incorporar nuevas tecnologías, se debe analizar qué se quiere conseguir con ella”, algo que debe ir de la mano de una constante capacitación para los trabajadores, “todas las temporadas”, un aspecto fundamental para incorporar cualquier tipo de tecnología en el campo, según comentó Poblete, quien lidera una de las empresas que destaca en Chile por su integración agroindustrial y un afán de innovación permanente, que no se contradice con su larga historia de casi 200 años.
Lo otro son los ensayos en el campo… o en el campus. Si la tecnología no pasa la prueba de fuego de trabajar en un ambiente real, difícilmente tendrá éxito en el futuro. Eso bien los saben los creadores de Kiwibot. De origen colombiano, jóvenes emprendedores crearon un robot para ‘delivery’ que puede trasladar comida a diferentes lugares. En agosto pasado, sus creadores cerraron un trato con el gigante Sodexo para repartir comida en campus universitarios de tres universidades de EE UU.