
Para mejorar la reproducción y permanencia de los insectos benéficos que atacan a plagas que afectan a los cultivos hortofrutícolas, el INIA apuesta por estos ‘hoteles’ que simulan un refugio natural para el albergue e hibernación de estos insectos.
Reemplazar los plaguicidas a través de insectos benéficos que atacan a plagas que afectan a cultivos hortofrutícolas. Es uno los principales objetivos de los ‘hoteles de insectos’, proyecto que están ejecutando investigadores del IINIA en las regiones de Coquimbo y O’Higgins.
Los insectos benéficos (abejas, crisopas, moscas florícolas, avispas y chinitas) cumplen funciones esenciales de polinización y control biológico, ya sea, a través de depredación o de parasitismo. El investigador de INIA Rayentué, Patricio Abarca, explica que “los depredadores se alimentan de plagas como las mosquitas blancas, polillas y pulgones que afectan a los cultivos de tomates, lechugas, sandias y melones, entre otros.
Un ejemplo de lo anterior, son las chinitas, que se alimentan de pulgones. En cambio, el parasitismo se trata de mico avispas, que pinchan a través de su aparato ovipositor el cuerpo de estos insectos plagas y depositan un huevo en su interior. La larva crece y se alimenta del cuerpo del insecto”.
Para mejorar la reproducción y permanencia de estos insectos benéficos, desde 2017 el INIA está diseñando y fabricando estos ‘hoteles de insectos’. Se trata de habitáculo artificial, que simula un refugio natural para el albergue e hibernación de estos insectos que habitan campos o jardines. Puede ir desde una simple caja, a complejas estructuras de diferentes tamaños y formas. En su interior se construyen divisiones con variados materiales (en su mayoría naturales), que ofrecen adecuadas condiciones, según la especie.
Las cajas o estructuras que dan la forma al hotel, suelen ser de madera. “La parte externa, debe proteger de condiciones climáticas como el viento y la lluvia, la parte interna, debe dividir el hotel en diferentes habitáculos para crear las condiciones según requerimiento de la especie, creando espacios oscuros, orificios, túneles o rendijas, por ejemplo. Para ello, se puede utilizar variados materiales como, por ejemplo, conos (piñas) de pinos, cañas, frutos abiertos sin semillas, madera con orificios, trozos de madera, corteza, viruta, ladrillos, piedras, entre otros. Por ejemplo, a las chinitas le gustan los espacios con paja seca. En cambio, las abejas para colocar sus huevos buscan principalmente orificios rectos, como son las cañas vacías”, detalla Abarca.
En cuanto a su ubicación, los hoteles deber están protegidos del viento, la lluvia y el sol. Normalmente en altura, a unos 60 a 100 cm desde el suelo, aunque también se pueden ubicar a ras de piso, para especies que habitan en la superficie de suelo, como algunos escarabajos y grillos. “El ‘hotel de insectos’, por sí solo no atraerá a los insectos benéficos, debe ser ubicado cerca de flora, ya sea silvestre o cultivada. Esta debe ser, en lo posible, permanente durante el año. Además, el hotel debe situarse cerca de fuentes de agua y alejado de aplicaciones de plaguicida”, afirma Abarca.
Una parte fundamental para el buen funcionamiento de los hoteles es la implementación de bandas florales, que atraen y alimentan a los organismos benéficos que ayuden al control de plagas. También sirven como cultivo trampa, donde los insectos plaga atacan a la banda floral y no al cultivo y como repelente, donde el color u olor de las flores sirve para alejar insectos no deseados.
Actualmente, los ‘hoteles de insectos’ son usados por agricultores que desarrollan la agricultura agroecológica, que elimina el uso de plaguicidas con alternativas más sustentables con el medio ambiente, como son las biopreparaciones. El investigador de INIA Rayentué dice: “Si les ofrecemos ‘hoteles de insectos’ a agricultores con manejo tradicional, posiblemente no les interese y no tengan motivos para probarlos. En cambio, un agricultor que lleva tres, cuatro años trabajando de forma agroecológica, se da cuenta de que funcionan y que puede producir sus cultivos sin plaguicidas. Por lo tanto, los ve como un ‘plus’”.
En cuanto a los próximos pasos, el investigador del INIA apuesta por replicar el modelo y crear hoteles para murciélagos.»La mayoría de los murciélagos de Chile son insectívoros, por ejemplo, tienen la capacidad de comerse entre 600 a 1.000 zancudos en una hora. Por lo tanto, si implementásemos hoteles para murciélagos podríamos bajar plagas en frutales”. En esa línea, Abarca también planea desarrollar cajas de nidos para aves como las lechuzas y búhos para disminuir las plagas de ratones.