
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la agricultura es el mayor consumidor de agua en todo el mundo, y el riego representa el 70 % de las extracciones de agua dulce para uso humano y la producción de alimentos representa el 20-30% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.
Para lograr un desarrollo sostenible y competitivo necesitamos reducir urgentemente nuestra huella ecológica cambiando la forma en que producimos y consumimos bienes y recursos. La sostenibilidad integral es hoy ya un requisito para las empresas de todos los sectores y también, por lo tanto, para las del sector alimentario.
Los esfuerzos para fomentar el autoconsumo de energías limpias han comenzado a dar resultados: más del 20% de la potencia eléctrica mundial es generada por fuentes renovables. Aun así, se requieren mejoras significativas en la financiación de plantas fotovoltaicas de pequeña y mediana escala para uso industrial, mayor compromiso político y la voluntad de los países para adoptar estas nuevas tecnologías a mucha mayor escala en todos los sectores productivos para garantizar un acceso a fuentes de energía fiables y económicas.
Es una de las mejores opciones para conseguir reducir el costo energético, la contaminación y la huella ecológica. Este modelo consiste en producir energía eléctrica mediante una instalación fotovoltaica conectada directamente a la red interior de la empresa y consumirla instantáneamente en el o los procesos productivos que se desarrollen durante el día solar y siempre con el respaldo de la red eléctrica local para garantizar una producción energética estable.
Si sobra energía de la planta fotovoltaica y según la normativa eléctrica vigente en cada país será posible, inyectar el excedente energético a la red y acumularla en ella para su uso posterior (en la noche consecutiva o en los meses de menor producción solar) o venderla a la compañía eléctrica.
Si no existe normativa, es posible utilizar la energía fotovoltaica sobrante para calentar agua o aire de procesos (lavado o secado de frutas, climatización, etc.) o acumularla en baterías o modificar el inicio de algún proceso productivo para consumir ese ‘peak’ de energía.
Este modelo productivo es aplicable a cualquier usuario que sea consumidor de energía eléctrica con la posibilidad de uso de cubiertas o suelo propios o cercanos para ubicar la instalación fotovoltaica.
Gracias a diversos modelos de negocios, subvenciones y préstamos especiales, la inversión realizada en una planta solar fotovoltaica se recuperará desde el primer día y comenzará a ahorrar en la factura eléctrica.
Hasta ahora, además de algunos instrumentos de subvención estatales, el modelo de financiación más difundido era el modelo ESCO que evita cualquier tipo de gastos o inversión inicial en equipos o sistemas por parte de la empresa consumidora: La ESCO diseña, financia, instala, opera y mantiene la planta fotovoltaica por un período de 15 años y la empresa consumidora compra toda la energía generada por los paneles solares a una tarifa inferior, que por lo general es de un 15% menor al precio de la energía que anteriormente era comprada a la distribuidora eléctrica.
Nuevo modelo de financiación 2020: En el marco del convenio de cooperación suscrito por el Ministerio de Energía, BancoEstado y la Agencia de Sostenibilidad Energética se ha creado un nuevo modelo para el financiamiento a proyectos de eficiencia energética y energías renovables para las empresas y personas bajo el modelo de leasing y renting.
Este modelo logran reducir el costo energético un 70% y las cuotas anuales del préstamo se pagan casi por completo con los ahorros enérgicos del sistema fotovoltaico en los primeros 6-7 años y luego, si la planta fotovoltaica está bien diseñada e instalada, quedaran aun 18-19 años donde el sistema seguirá generado ahorros enérgicos a costos muy próximos a cero al valorar la simple limpieza y mantención periódica de la planta fotovoltaica realizable por el propio usuario.
Esta es una alternativa que recomendamos evaluar, accesible para empresas y personas que busquen hacer el cambio hacia una energía más amigable y económica, sin que esto represente una inversión inicial exorbitante.