
El sector que viene en declive desde hace una década ha visto acentuar sus dificultades ante el alza de costos y caída de precios. Los que persisten buscan soluciones en nuevas variedades y tecnologías que mejoren calidad y rendimiento. Otros apuestan a una recuperación del mercado en la campaña que viene.
Está alarmado y su voz suena contrariada al otro lado del teléfono. A solo días que termine este año, uno de los mayores productores de manzanas de Chile, Antonio Walker, dice que “es la peor temporada de manzanas que me ha tocado vivir en 35 años”.
No es el único con esa opinión. También lo ve así Dole, la mayor exportadora de manzanas del país. A su jefe técnico de pomáceas y con casi 40 años en el rubro, el agrónomo Vicente Vargas, le cuesta encontrar en su memoria una situación como la actual: «Estamos frente a uno de los momentos más complicados que ha vivido el sector de las manzanas en Chile», dice.
El inédito diagnóstico es compartido por varios productores, exportadores y asesores del sector de las manzanas del país, quienes explican que la fuerte alza de costos y la contracción de la demanda en los mercados principales está generando importantes pérdidas entre los productores. Una situación que ha acelerado el abandono reciente de las manzanas y que ha llevado, a quienes se mantienen, a buscar nuevas estrategias para dar la vuelta a sus balances, invirtiendo en mejoramiento varietal, genética y tecnología.
«Nuestra gran preocupación son las manzanas: estamos pasando por un muy mal año de resultados a nivel de liquidaciones, principalmente en las Pink Lady que era la variedad estrella», dice un alto ejecutifvo de una de las mayores exportadoras de fruta del país, quien pide no revelar su nombre. «Si a eso le sumas todos los problemas que ha tenido Europa con la guerra y con todo lo que ha provocado el tema logístico, operacional, y consumo, se ve super afectado; estamos pasando los peores momentos en la historia de la manzana en Chile.»
La tendencia ya venía siendo compleja para un sector que ha disminuido fuertemente su capacidad productiva en los últimos años. De acuerdo con cifras de la Oficina de Estudios y Políticas Agropecuarias (Odepa), en los últimos 10 años, la superficie de cultivos de manzanas disminuyó en un promedio de 600 hectáreas por año, al pasar de 35.000 hectáreas a 29.035. Con ello, también cayeron los volúmenes cosechados: según el Centro Pomáceas de la Universidad de Talca, las 1,05 millones de toneladas de la fruta que se producen en el país, reflejan una caída de 26% en la última década y de 5% en la campaña 2021/22. Una de las mayores caídas entre los 18 mayores países prodcutiores de manzanas del mundo (ver tabla).
No obstante, los actores de esta debilitada industria señalan que la situación se ha hecho mucho más dura en la última temporada. «La pandemia, junto con la falta de mano de obra, la mega sequía y la crisis logística que subió los costos de la energía e insumos, generó que los productores vieran reducidos sus márgenes en la fruta», dice Álvaro Sepúlveda, investigador del Centro Pomáceas de la Universidad de Talca.
“El aumento de los fletes también ha influido en la caída de los volúmenes a mercados como el Medio Oriente y Asia (India)», dice Vargas, de Dole. «Latinoamérica ha pasado a convertirse en nuestro principal mercado, pero debido a la baja participación de los otros, como Europa, EE.UU., Medio Oriente, se ha visto saturado de manzanas chilenas y eso ha generado una baja en los precios en los últimos años”. El alza de los fletes afecta más a las manzanas que a otras frutas, pues por su bajo valor por kilo, el impacto del alza del transporte afecta en la rentabilidad.
Walker agrega que “los países productores de manzanas del mundo (China, Europa y Estados Unidos, entre otros) realizaron campañas para que se consumieran el producto nacional, lo que afectó a las frutas de contraestación, por lo tanto, Europa tuvo gran stock de manzanas”.
La crisis manzanara se ha visto con más fuerza especialmente en las variedades que se comercializan bajo la marca Pink Lady: se trata de Rosy Glow, Lady in Red y Cripps Pink. Entre las más de 40 variedades de manzanas que se producen en el país, estas han recibido el golpe más certero.
Álvaro Sepúlveda detalla “antes los productores apostaban por la Pink Lady porque era una fruta muy productiva, de calidad y se vendía a buenos precios en los mercados”. No obstante, agrega que nuevos requsitos en materia de calibre y color para exportar fruta bajo esa marca, han complicado a los exportadores. “La Cripps Pink es la variedad que puedes vender en categoría Pink Lady, pero para que sea categoría tiene que cumplir ciertas características de color y tamaño y de calidad», dice Sepúlveda. «Antes había muchas manzanas que se podían producir con la marca, pero ahora está más restringido, ya que los consumidores van a pagar mejor la fruta que sea de un determinado color y tamaño, entonces el productor va a apuntar a esa manzana”.
A eso se suma un fuerte aumento de la competencia. “La mayor oferta de Pink Lady en Europa provocó caída de los precios, siendo la manzana más afectada”, dice Vargas, de Dole.
Según datos del centro de Pomáceas de la Universidad de Talca, la Unión Europea, el principal mercado de estas manzanas, este año recibió 12% menos de Cripps Pink respecto a 2021. Asimismo, la cantidad enviada a EE. UU. y el Oriente disminuyó en promedio 41% de acuerdo con lo exportado en la temporada anterior, en tanto lo destinado a Latinoamérica creció 77%.
Pero el descenso es en general. Según las cifras de Odepa para la temporada 2021-22, Chile exporto 596,8 miles de toneladas al mundo, una baja respecto a los 701 miles de toneladas que se enviaron en la campaña 2021-2020. El Centro Pomáceas de la Universidad de Talca indica que si las exportaciones de Gala llegaban a 15.249 de cajas en 2021, este año alcanzaron solo las 11.000 cajas. Lo mismo pasó con Granny Smith, que bajó de 4.253 cajas en 2021 a 2.464 cajas este año; Cripps Pink de 6.834 cajas a 4.075 este año. Fuji de 2.624 a 1.871 de cajas.
La tendencia bajista en torno a la manzana chilena ha hecho caer las plantas comercializadas por los viveros en el país. Según datos del anuario de Viveros de Chile, el total de plantas e injertos de manzanas vendidos en el país pasó de 1,5 millones en 2017 a 604.490 en 2021. Un descenso de 60% en cuatro años.
Variedades como la Gala pasaron de venderse 282.380 en 2017 a 115.065 unidades en 2021; la Granny Smith de 146.378 unidades a 74.816; Ambrosia de 193.943 unidades a 91.140 el año pasado.
«La caída se explica porque los productores sacaron manzanas para plantar más cerezos y avellanos», dice Sepúlveda, de la Universidad de Talca.
Para los actores que quieren persistir en el rubro manzanero, se hace clave contar con huertos más modernos, mejorar la calidad de la fruta e invertir en tecnología y genética y desarrollar nuevas variedades.
Walker, quien fuera ministro de agricultura, explica que «es fundamental invertir en genética en los huertos para desarrollar variedades con mejor sabor, que es una las principales demandas de los consumidores». Agrega que es clave también invertir en tecnología en las centrales frutícolas, «que puedan procesar la misma cantidad de fruta pero con menos jornada hombre».
En Chile tanto el Consorcio Tecnológico de la Fruta (que agrupa a INIA, ASOEX y la Universidad Católica) y el Programa de Mejoramiento Genético Asociativo del Manzano (PMG) del Centro de Pomáceas de la Universidad de Talca junto al Consorcio de Biofrutales están apostando por el desarrollo de variedades que sean resistentes al cambio climático.
“Es importante que se desarrollen variedades que se adapten a climas más cálidos y estresantes en verano, como también a las lluvias y heladas. Tiene que ser una manzana que sea tolerante a los golpes de sol, el principal problema que afecta a las manzanas en Chile, por lo tanto, tener un material genético que se pueda adaptar a esas condiciones sería una ventaja y una herramienta que podría solucionar la crisis. Elproductor debe producir alto volumen para reducir sus costos y mejorar sus retornos”, dice Álvaro Sepúlveda.
Vargas, jefe técnico de pomáceas de Dole, dice que “lo único que un productor puede hacer es tratar de mejorar el negocio mediante el aumento de la producción de kilos por hectárea y mejorar la calidad de su fruta. Manejando muy bien el huerto, orientar su producción a lograr producir fruta con mayor coloración (calidades Extra-Fancy y Premium) de tamaños o calibres medios a grandes, asegurar un manejo nutricional que otorgue a la fruta una buena y larga vida de postcosecha para posicionarse en el segmento de la fruta con mejores precios”.
Vargas explica que el objetivo central es producir sobre las 70 toneladas por hectárea y lograr un 80% o más de fruta para exportación. “La renovación de los huertos es necesaria, pero depende de la capacidad financiera de cada productor. El objetivo es tener huertos de alta densidad, con variedades adaptadas a cada zona, de muy buena coloración y que se pueda cosechar de una sola pasada, sea también de alta producción por hectárea, con muy buen comportamiento o vida postcosecha y no menos importante, tengan un abanico de mercados lo más amplio posible.
De todos modos es posible que venga una reacción positiva desde el mercado global. Walker afirma que habrá menos competencia y menores costos. «El escenario será bastante optimista en 2023-24, porque Estados Unidos tendrá una baja producción del 22%. China y Europa también tendrán una baja. Y lo más importante, ya se está hablando de un costo del naviero será de US$ 5.000 y USD$ 5.500 por container que es la mitad del valor actual”, dice.
Sin embargo, otros actores del sector concuerdan que el escenario seguirá siendo complicado y que los volúmenes de manzanas para las exportaciones seguirán cayendo. Algunas de las razones que explican la baja son la disminución de los precios de retorno de las exportaciones, alza en los huertos arrancados y una producción destinada en 100% a la industria del jugo.