
En pleno Tabalí se cosecha la que ha sido la cereza más temprana del país. Esta zona tiene la peculiar característica que, desde flor a cosecha, solo pasan 60 días. Bajo esa condición, el gerente de producción de Valle Arriba SpA, Jorge Astudillo Gálvez, ha ido testeando una serie de manejos que le han permitido conseguir el objetivo de cosechar en torno al 20 de octubre.
Mirando al sur. Cuando se instalaron los primeros huertos comerciales de cerezos en Limarí, los manejos agronómicos se hicieron fijándose en los productores sureños y, en particular, las estrategias de poscosecha se aplicaron a imagen y semejanza de lo que se hace, por ejemplo, en las regiones de O’Higgins y Maule. “La gran diferencia con lo que hacíamos hace unos años, es que hoy a la poscosecha le damos mayor importancia, prácticamente al mismo nivel que le damos a los árboles en la precosecha”, afirma el ingeniero agrónomo, Jorge Astudillo, gerente de producción de Valle Arriba SpA, una empresa que se dedica a la producción de cerezas en Tabalí, Ovalle.
Y eso significa cumplir con los todos los manejos del cultivo, particularmente con los programas nutricionales, que se establecen de acuerdo a los rendimientos productivos y a través de análisis foliares de poscosecha. “Una vez concluida la cosecha, continuamos con el manejo nutricional. Una primera diferencia con el sur son nuestros análisis foliares, que los hacemos en noviembre”, precisa sobre un momento clave, que les permitirá hacer aplicaciones correctivas, sobre todo de elementos, que pudiesen ser deficientes tras la cosecha.
“Esa es la base”, afirma. “Y también el riego, claro”. Aunque hay algunos manejos que son consecuencia de lo que pasa cada temporada. Concluida la pasada, y debido a las olas de calor que afectaron a diferentes zonas del país a fines de 2022, debieron adelantar, por ejemplo, la aplicación de bloqueadores solares.
Para ello, han usado caolina y tierra diatomea. De hecho, la tierra diatomea la usaron por primera vez la temporada pasada en un sector del huerto, donde han presentado una buena consistencia productiva con muy buenas cargas frutales, incluso mejorando calibres. Esta temporada fue usada en todo el huerto. Lo hicieron con un doble propósito, “por un lado, para bajar la temperatura, por el efecto que tiene en el bloqueo del sol. Pero también por el efecto que tiene como barrera física y control preventivo de algunas plagas que pudieran encontrarse en la temporada estival en los cerezos como escamas, escolito y chanchito blanco”, explica el agrónomo sobre las aplicaciones que tuvieron un efecto igual de contundente que la caolina usada en temporadas anteriores.
Ello, junto a la aplicación de algunos elementos combinados con bioestimulantes y un adecuado manejo del riego; tiene un efecto positivo en los árboles, permitiendo que mejore el desempeño del cerezo bajo condiciones de estrés térmico. “El objetivo es que los árboles puedan hacer fotosíntesis durante gran parte del día y permita que las plantas trabajen de manera más cómoda, entendiendo que tras la cosecha coincide el proceso de diferenciación floral”, sostiene, sobre manejos de poscosecha que terminan a fines de verano para poder generar la inducción de la dormancia.
Una estrategia como la que realizan en Valle Arriba no se hace de la noche a la mañana, y es algo que han venido validando con los años. “Al principio esperábamos que de forma natural se fuera expresando el otoño y como no siempre veíamos eso, realizábamos aplicaciones que buscaban la caída abrupta de las hojas a través de la aplicación foliar de urea y zinc, que no siempre funcionaba como esperábamos. Gracias a un colega de San Fernando, quien en una visita al huerto me sugirió que probara con un producto que tal vez podría ayudar a mejorar el proceso de caída de hojas, fue que supe de un corrector foliar quelatado y complejado con aminoácidos que contenía entre otros elementos, molibdeno. Lo probamos y posteriormente pasó a ser parte de nuestra estrategia”, explica Astudillo, sobre un cambio de manejo que provocó una caída más ordenada de las hojas.
Tras ello, se buscaron productos más específicos a base de molibdeno, que permiten la translocación de los elementos asimilados que se pueden llevar hacia los centros frutales y las ramillas. “Entendemos que en parte esta estrategia nos ha permitido arrancar de mejor forma en las temporadas con poco frío invernal, las reservas han sido suficientes para sostener importantes cargas frutales tempranas, a inicios de primavera, con una escasa participación de hojas”, explica. Las aplicaciones de molibdeno son importantes para generar los signos de otoño que esperan en el huerto.
Astudillo analiza que, si logran generar una buena inducción de caída de hoja y una dormancia ordenada, incorporando el máximo de asimilados como reserva, independiente de cómo haya estado la acumulación de frío invernal, podrán partir una temporada de buena forma. “Sabemos que la primera etapa de desarrollo de las frutas se hace sin hojas y dependerá netamente de las reservas que hayamos podido juntar”, precisa el gerente de producción de Valle Arriba SpA, que en la campaña 2022/23 inició su cosecha en la semana 43, el día 24 de octubre, una semana más tarde que en la temporada 2021/22. “Las condiciones climáticas fueron menos favorables”, dice, sobre un resultado final que se saldó con la producción esperada en una cosecha que fue más corta (diez días, terminando el 16 de noviembre) que la temporada anterior y que implicó tener una mayor concentración de fruta las dos primeras semanas, coincidiendo con los mejores precios y en una fecha que, en zonas del Valle Central, ya había Royal Down y Santina bajo túnel que estaba siendo cosechada. “Si bien el precio de estas es mayor, los valores que recibíamos desde China por nuestra fruta prácticamente eran los mismos de la temporada anterior”, subraya.
Despliegue de cortinas
La instrucción inicial es que se deben desplegar bajo condiciones climáticas específicas. “Tenemos la instrucción de quien provee las mallas negras de no cerrarlas, por lo menos, hasta que tengamos una semana con temperaturas bajo 8°C, y eso normalmente se produce a fines de abril e inicios de mayo. De ahí son alrededor de 60 días con las cortinas cerradas. Según los datos obtenidos, registramos una hora frío por día en el período que se tienen desplegadas, entonces podemos considerar que representan un 20% o 25% del frío que se podría acumular en el huerto. Claramente el efecto de las mallas no es un efecto exclusivamente sobre las horas frío, sino que se complementa con otros elementos perseguidos en período de receso invernal como la oscuridad. En las condiciones de nuestro huerto, con las variedades que ahí se encuentran, las cortinas no han sido la única opción para las cosechas tempranas, a través de manejos agronómicos específicos hemos podido adelantar la cosecha en zonas sin este tipo de tecnologías. Adicionalmente, de acuerdo a lo que he podido recabar como información de esta temporada, una prueba de túnel en un huerto de la zona, ha permitido adelantar entre una semana a 10 días la cosecha de la variedad en Santina respecto a la temporada anterior. Esa podría ser otra alternativa, de mayor costo, para buscar una solución definitiva para quienes buscan asegurar una cosecha temprana”, explica Astudillo.
El manejo del riego es un aspecto fundamental en la estrategia en poscosecha. Eso lo tiene claro Astudillo, que ya antes, en el período de cosecha, debe lidiar con los riesgos de partidura de los frutos. Ahí el desafío es mantener el huerto bien regado, evitando que el suelo entre en proceso de desecación entre riegos, para así evitar la partidura en la variedad Brooks.
Ese fue el objetivo que se trazaron hace un par de temporadas con el Dr. Arturo Calderón, especialista en riego, sobre todo porque la teoría dice que Brooks es una variedad extremadamente sensible a las partiduras. Una serie de factores que podrían incidir en ello, el tipo de suelo, la carga frutal, la relación hoja/fruta o clima y en el caso particular de Tabalí, el viento, podría provocar en zonas de mayor incidencia que la planta absorba agua a través del floema en momentos que la concentración de azúcar en la fruta es alta, generando así el rompimiento por el aumento de volumen de las celular de la pulpa. Eso es lo que nos pasaba”, precisa el agrónomo.
Sin embargo, desde 2021 y dentro de la estrategia de riego, que fue modificada, decidieron incorporar un polímero, vía riego, que permiten mantener la distribución de la humedad del suelo de mejor manera entre riegos “Eso nos permitió también manejar la humedad en el suelo de manera más adecuada para reducir las partiduras al mínimo”, dice sobre un producto de origen estadounidense que adquieren a través de un importador directo y que se usa también para mejorar la eficiencia de fertilizantes, nematicidas y otros productos que se apliquen a través del riego en el suelo.
“Mientras nos encontremos en el periodo de cosecha, o antes, en el desarrollo de la fruta, no podemos desatender el tema del agua. Tenemos que permanentemente estar controlando los niveles de humedad del perfil”, remarca el experto. Pero una vez que se inicia la poscosecha eventualmente se puede modificar la estrategia con ciclos de riegos más distanciados, a diferencia de cuando nos encontramos con la fruta, donde los riegos son más cortos, intercalándolos con riegos largos en terrenos que son arcillosos. “en poscosecha, justo cuando se inicia y se enfrenta el período de diferenciación floral, se tiene el riesgo que las yemas inducidas previamente puedan revertirse si las condiciones son distintas a las que habitualmente le hemos entregado”, sostiene.
Despertar los árboles
“Desde hace 7 temporadas hemos seguido la fenología del huerto, conociendo sus ciclos, los tiempos de cada etapa del cerezo, desde el rompimiento de la dormancia a la cosecha para la variedad Brooks hemos registrado torno a 105 días. Este año el período fue algo mayor con 109 días, cuatro días más de lo proyectado, producto de una primavera más fría de lo habitual. En condiciones normales, si nosotros aplicamos cianamida hidrogenada la primera semana de julio, debiéramos estar cosechando entre el 15 al 20 de octubre. La instrucción respecto a las cortinas es que se debe abrir una semana antes que la aplicación de cianamida”, cuenta el agrónomo gerente de producción de Valle Arriba SpA.
En esta zona productiva, los huertos de cerezos pasan más tiempo con hojas que con fruta. Normalmente se trabaja pensando en la producción de la fruta, pero en Tabalí son 60 días desde la floración a la cosecha, mientras que los árboles pasan 120 días sin fruta. “En estas condiciones, gestiono un huerto que está trabajando en pos de la reserva, de fotosíntesis. Considerando que es tan demandante el inicio de temporada, en esta zona al tener poco frío, normalmente el desarrollo de la parte vegetativa es mucho más lenta que en el sur que, cuando hay un buen invierno, rápidamente los árboles logran vestirse. En nuestro caso, necesitamos fomentar el desarrollo de brotes, aunque sea más lento o menor, dado que ellos en algún punto de la temporada de fruta, comienzan a aportar fotosintatos con las hojas que logramos sacar”, explica Astudillo.
Ahora bien, la temporada 2022/23 fue atípica, ya que, si bien hubo poco frío, hubo precipitaciones poscianamida. “Esta temporada no logramos ese frío de calidad que sí tuvo la zona central o sur. Todos hablaban de un muy buen año por un buen julio, pero allá la mayoría aplica la cianamida hidrogenada después de la segunda quincena julio. En nuestro caso, aplicamos cianamida la primera semana de julio, por lo que dependemos de lo que podamos reunir como frío entre abril y junio”, remarca.
Poda
Esta última campaña lograron que los árboles expresasen un mayor desarrollo vegetativo. “Respecto a los ciclos del cultivo, en un principio se hizo muy difícil, veníamos de una sequía extrema (2012-2015) y el huerto se encontraba muy estresado, dependíamos exclusivamente de las condiciones ambientales para alcanzar los resultados, sumado a la falta de datos y experiencia el ciclo del cultivo no nos permitía alcanzar los potenciales que sabíamos que tenía el huerto”, cuenta Astudillo, sobre la dependencia que tenían de las condiciones ambientales para poder trabajar. Hoy en día, agronómicamente hablando, ya tienen establecidos y controlados algunos elementos de manejo, consiguiendo que la planta se adapte a los ciclos, independiente de cómo se den las condiciones ambientales.
“Con el uso de homogenizadores de brotación, que complementan la acción de la cianamida hidrogenada, hemos conseguido brotaciones más tempranas. Las últimas temporadas hemos conseguido brotes sobre los 50 cm, que es totalmente notable para la condición previa”, subraya, sobre un tema que les ha permitido comenzar a rejuvenecer el huerto que ya tiene 20 años. Hace tres temporadas, lo único que hacíamos era cuidar los viejos dardos que soportaban altas producciones. Sin embargo, hoy ya sabemos que podemos empezar a generar una recuperación, un rejuvenecimiento del huerto a partir de estos nuevos puntos de crecimiento. Rejuvenecimiento que ya comenzamos en el invierno pasado, donde hicimos una poda de despunte en el sector más antiguo que están sobre un patrón Santa Lucía, con muy buenos resultados”, explica.
En verano prácticamente no hacen podas, salvo podas de limpieza, de ramas quebradas tras la cosecha o podas de altura en caso de ramas que superar la altura definida. «En 2023, ya incorporaremos la poda invernal dentro de las labores, siempre manteniendo la característica peatonal de este huerto».
En Valle Arriba SpA desarrollan durante la temporada un programa nutricional bastante estándar. Una de las principales innovaciones que han realizado, dejando atrás las aplicaciones de fertilizantes nitrogenados convencionales, es la utilización de bacterias fijadoras de nitrógeno, que aportan entre un 30% y 40% de este elemento antes de cosecha. “Debido a nuestros resultados que tuvimos en el olivo, decidimos traspasar esa experiencia a los cerezos. Se trata de un consorcio de bacterias, que complementamos normalmente con ácidos fúlvicos”, destaca el agrónomo.
El programa incluye además la aplicación de elementos minerales que no están disponibles (potasio y fósforo). Precisamente, en el periodo de poscosecha, hacen las aplicaciones habituales de nutrientes en base a nitrato de potasio o sulfato de potasio. Además, aplican ácido fosfórico, en una estrategia muy tradicional.
“El uso de bacterias es quizás lo más novedoso que utilizamos y coincidió con la crisis stock de fertilizantes. Fue una buena jugada, que funcionó, sorprendimos incluso a la empresa que nos provee el producto, considerando lo sensible que es el manejo nutricional de un cultivo que ofrece una rentabilidad tan alta y que debe minimizar los riesgos al máximo. Así que frente a toda óptica fue un punto ganado”, recuerda el agrónomo.
Tras el proceso de diferenciación floral, se debe hacer un uso racional del agua, manteniendo una estrategia de riego que permita el buen desempeño de la planta, evitando someterla a estrés hídrico. “Las frecuencias pueden ser diferentes, acortando quizá los periodos, aunque siempre considerando el volumen de agua necesario para cubrir la zona de las raíces. Todo lo validamos con sondas de humedad y calicatas tratando siempre de hacer un uso eficiente del agua y sacarle el mejor partido a este escaso y valioso recurso”, explica.
Seminario Internacional de Cerezas Primores
Tras el exitoso Primer Seminario Internacional de Cerezas Primores, el ideólogo y parte del equipo organizador, nos adelanta que a mediados de agosto se espera realizar una nueva versión del evento, orientado a la producción de cerezas tempranas y la sustentabilidad hídrica. La cita incluirá más actividades en terreno que permitan, a quienes participen, conocer ‘in situ’ el desarrollo de los huertos bajo las condiciones productivas de la zona norte.
Dentro de las aplicaciones de bioestimulantes que realiza en el huerto, están los que tiene su origen en el alga Ascophyllum sp., sobre todo en los últimos años en la medida que fueron ratificando las estrategias de manejo con la producción. “utilizamos una línea de productos españoles desde hace 3 temporadas”, dice. “Todo lo que estoy usando hoy día en el huerto, pasa por una prueba bajo las condiciones de Tabalí, normalmente realizamos ensayos en las 3 etapas que posee el huerto y teniendo el resultado adecuado se incorpora a nuestro programa. Y eso ha sucedido en las últimas cuatro temporadas. Es decir, hay una suma de manejos que, debieran pasar un primer filtro de ensayos siempre apuntando al principal objetivo: producir cerezas tempranas”, complementa, sobre productos para el color y homogeneizadores de brotación que son muy necesarios, sobre todo en aquellos sectores del huerto que no cuentan con sistemas de mallas negras. “Buscando siempre adelantar, hicimos algunas experiencias con la aplicación de ácido giberélico en color pajizo. Si bien existe una anticipación de dos o tres días, en aquella fruta que no fue aplicada, los calibres resultan más bajos y la firmeza también cae. Entonces, en base a las pruebas realizadas, es preferible usarlo, para no sacrificar la condición que también es relevante, en este caso es preferible el objetivo de una fruta de mejor calidad”, explica.
Las aplicaciones de protectores solares y Ascophylum tras la pasada temporada las hicieron la segunda semana de diciembre. “Hasta la temporada anterior aplicaba después de Navidad y posteriormente en enero, que es cuando en Tabalí presentamos las temperaturas más altas, pero en diciembre tuvimos una anticipación de éstas y nos obligó a adelantar las aplicaciones. Cabe señalar, que independiente de estas condiciones puntuales, por su cercanía al mar, el huerto se encuentra en una zona mucho más templada que otros huertos del valle que, por ejemplo, pueden llegar a presentar más 35°C en diciembre, mientras que en Tabalí no se superan los 30°C”, cuenta.
Fundo Tabalí
El huerto que posee los cerezos productivos más antiguos de la zona norte del país, y que además ha sido el responsable en más de una oportunidad de abrir la temporada de cerezas en el hemisferio sur, se encuentra en la localidad de Tabalí, Ovalle, a 20 km en línea recta al Océano Pacífico, emplazado en las antiguas terrazas aluviales de la Serie San Julián, en el borde sur del río Limarí. El clima está influenciado por la Corriente de Humboldt, que enfría las noches y las mañanas, manteniendo la humedad relativa alta, generando condiciones de clima costero, ideales para asegurar un buen receso invernal y las condiciones para que se produzca una buena floración. Si bien la zona tiene influencia costera, también la tiene respecto al clima del interior, lo que permite un consistente desarrollo de sus frutos y una madurez anticipada, respecto a otras zonas del valle.
Cuando se presentan estas temperaturas altas, junto con evaluar la parte aérea de la planta, es esencial revisar qué pasa en las raíces. “Para ello hacemos calicatas cada una o dos semanas. El hecho de estar más atentos a lo que pasa en el perfil permite gestionar de forma eficiente el riego y las aplicaciones. A fines de diciembre, el huerto se ve bastante bien, con un buen desarrollo de brotes, con plantas de buen color a las que no manifiestan estrés”, cuenta Astudillo. Entre febrero y marzo comienzan a distanciar los riegos. “Toda estimulación al crecimiento que podamos generar será hasta fines de enero o los primeros días de febrero. De ahí en adelante, la idea es que la planta reciba señales de que debe parar, para evitar entrar al receso con tejido sin lignificar. Y, para ello, aprovechando que las temperaturas comienzan a bajar, la estrategia del riego es fundamental, ayudar a la inducción de la caída de hoja, a fines de marzo, independiente del clima, para que en abril podamos entrar a un huerto ya otoñando”, explica el agrónomo.