La gestión del riego en uva de mesa está sufriendo un cambio profundo, comenta el Dr. Rodrigo Callejas, profesor de la Universidad de Chile. Ya no es posible seguir aplicando criterios antiguos que involucran un gran consumo del recurso hídrico. Sí se puede obtener altos rendimientos con calidad destacada utilizando menos agua. Los sistemas de monitoreo y control que incorporan las sondas de capacitancia, son un gran instrumento para ello, y el costo se recupera en poco tiempo.
El académico de la Universidad de Chile Dr. Rodrigo Callejas, especialista en riego inteligente en frutales y director de UchileCrea, estima que la gestión del riego está sufriendo un cambio profundo y mucho más rápido de lo esperado.
–Las nuevas tecnologías entraron masivamente al país hace unos 15 años. Su adopción fue muy lenta en uva de mesa, pese a los esfuerzos por difundir sus beneficios que hicieron las empresas pioneras, como CDTEC y el equipo de UchileCrea, principalmente por el miedo que tienen los productores y asesores en realizar innovaciones en un tema que consideran muy complejo y crítico en la obtención de fruta de calidad. Sin embargo, la escasez hídrica adelantó vertiginosamente la necesidad de invertir en esta temática, tal como lo estamos viviendo en la IV Región y la cuenca de Aconcagua, en la V Región.
–¿Es posible salir adelante en esas condiciones?
Los productores con los cuales llevo trabajando desde hace tiempo han podido enfrentar el tema sin grandes problemas. A modo de ejemplo, en Vicuña y Paihuano, Valle del Elqui, tengo unidades de uva de mesa donde si haces los cálculos a partir de la ETc, deberían utilizar cerca de 11.500 m3/ha. No obstante, con el riego inteligente (sondas y equipos complementarios) estamos utilizando 7.200 a 7.500 m3/ha en variedades como Allison, Iniagrape-one y Perlón. La mejor noticia es que en parrones antiguos de Perlón, de 25 años, se logran 3.400 a 3.500 cajas/ha de fruta de excelente calidad. Algo similar se ha obtenido en Los Andes, variedad Timco, bajando de 9.000 m3/ha a 6.000 m3/ha. Sin embargo, muchos productores y asesores todavía siguen con largos tiempos riegos e inclusive con altas frecuencias sin fundamentos técnicos o fisiológicos, haciendo cálculos basados en el método Kc-ETo (FAO), determinando la evapotranspiración de cultivo (ETc) como base del riego, ocupando 3.000 m3/ha adicionales.
Riego inteligente en el Valle de Elqui: bajó el consumo desde 11.500 m3/ha a 7.200-7.500 m3/ha.
Rodrigo Callejas advierte que muchos problemas en la uva de mesa se encuentran asociados a un uso excesivo de agua de riego, entre ellos el menor tiempo de vida productiva de los parrones, menor calidad de la fruta, ocurrencia de palo negro, bayas blandas o falta de color y degradación de la calidad del suelo.
–Hay dos cosas que se dan en paralelo. Por un lado, mejoramos el rendimiento y calidad de nuestra uva y, por otra parte, el uso sustentable del agua de riego nos permite enfrentar la sequía. Cuando tenemos todas estas tecnologías, podemos medir y ajustar recursos, en lugar de regar al “ojo” o sobre la base de estimaciones. La gente pregunta: ¿qué podemos hacer? Bueno, la respuesta es utilizar estas herramientas y capacitar a las personas para ello.
–¿Cuáles son, en concreto, las ventajas de este paquete tecnológico?
–Podemos hacer una lista de las principales:
– Permiten aumentar la densidad de raíces, por el hecho de regar bien, con un buen balance de agua y oxígeno.
– Mayores rendimientos.
– Mejor calidad de la fruta, entre otras razones porque hay una mejor respuesta a los fertilizantes.
– Mayor ahorro de agua de hasta 40%.
– Ahorro de energía eléctrica al bajar el volumen de agua movilizado a gotero, del orden de 200 a 450 US$/ha año en terrenos sin pendiente.
– Ahorro de hasta un 45% de fertilizantes. Recomiendo aprovechar ese diferencial para adicionar sustancias húmicas en volúmenes mayores, mejorando la estructura de suelo y aportando a la regeneración.
– Perfeccionamiento de la gestión del riego, pues se dispone de registros que permiten evaluar lo hecho y repetir el patrón de lo que generó buenos resultados.
– Permite determinar el Kcs (Kc sonda) específico de sitio como valor referencial.
– Seguir aportando al secuestro de carbono.
–Los equipos son una inversión y se pagan en 2 o 3 años, si se usan bien y se logran alcanzar las ventajas señaladas. Una unidad permite controlar 1 sector de riego (ej.: 4 a 10 ha) y servirá por unos 10 años, estimándose el costo en US$ 350/ha.
–Una duda frecuente: ¿puede una sonda que mide en una sola planta representar bien a todo un sector de riego?
–La clave está en elegir muy bien su ubicación. Nosotros usamos imágenes satelitales para seleccionar la zona más representativa en términos de índice de vigor o cobertura vegetal. Luego de observar las raíces en calicata y usando la bomba de Scholander, elegimos las posibles plantas indicadoras que presenten una respuesta clara a la frecuencia de riego, esperando una oscilación entre -0,34 y -0,7 MPa, de manera que nos asegure una óptima densidad de raíces en el bulbo de mojamiento. Se instala la sonda y en algunas ocasiones durante la temporada verificamos que la planta indicadora sea eficiente, comparándonos con el comportamiento de otras plantas del sector de riego. Finalmente, los rendimientos y calidad de la fruta son lo que termina por validar el paquete tecnológico.
–Otra importante duda entre los productores y sobre todo por el exceso de ofertas de tecnologías ¿En qué me debo fijar para elegir un sistema de gestión del riego?
– Debe definir, en forma objetiva, el tiempo y la frecuencia de riego. No estimarla.
– Que el sistema no obligue al productor a realizar cálculos para estimar lo anterior.
– Que monitorice el agua en el suelo y la actividad del sistema radical. Es imposible gestionar en forma eficiente el riego, la distribución de los fertilizantes o controlar las raíces si no monitorizamos el suelo y la planta.
– Que sea fácil de entender y de capacitar al personal.
– Que permita generar registros para tomar de decisiones y sirva para fortalecer las decisiones de años posteriores.
–Debemos sacarnos de la cabeza –concluye el Dr. Callejas– que la monitorización individual de la planta o el ajuste del método de Kc-ETo (FAO) a través de índices de vigor, sin considerar el suelo, es suficiente para una óptima gestión del riego. Mi único consejo, es que no gasten tiempo y dinero en sistemas que se muestran “bonitos” y novedosos, pero no permiten lograr los objetivos productivos con una mirada real de sustentabilidad y efectiva para enfrentar la escasez hídrica.
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