
Un químico que se encuentra en esta y otras hortalizas puede acelerar la cicatrización de heridas al romper una microcapa de bacterias que se forman en ellas. El descubrimiento, dicen sus investigadores, podría abrir una nueva era en tratamientos microbianos y que podría dejar atrás los antibióticos tradicionales.
Una pomada producida con una sustancia obtenida del brocoli está generando interesante resultados en un campo de cerdos en Israel. Un equipo de científicos de la Universidad de Ben Gurion (BGU), demostró que las heridas que estos animales tenían cicatrizaban en la mitad del tiempo que aquellas que no la recibían. El estudio, publicado en la revista revisada por pares Pharmaceutics, evidencia que las heridas tratadas con un antibiótico tradicional tardaban 10 días en cerrarse completamente como media, mientras que las tratadas con esta pomada lo hacían en cinco días.
La sustancia sobre la que se produjo esa pomada es diindolilmetano (DIM), la cual se encuentra en el brócoli, así como en la coliflor y otras verduras. Los científicos lo han estado estudiando como mecanismo para combatir un fenómeno preocupante en la gestión hospitalaria: el aumento de las bacterias resistentes a los antibióticos, lo que hace que las enfermedades se generalicen e impide que las heridas se curen.
Los expertos indican que es porque, por un lado, los patógenos desarrollan constantemente micro capas que los protegen de los antibióticos para garantizar su supervivencia, al tiempo que cada vez se investigan y desarrollan menos tipos de antibióticos.
Para romper esta dinámica, el equipo israelí investigó el fitoquímico DIM que se deriva de ciertas verduras que es capaz de romper esa micro capa que protege a las bacterias, y cuyo análisis publicado en la revista mencionada, tras experimentar en cerdos con varias heridas que fueron tratadas con antibiótico o con una forma sintética de DIM.
El DIM interfiere en la comunicación entre las bacterias, tal y como lo hace un bloqueador de señal con las comunicaciones por radio o teléfono móvil. Según explican los expertos, las bacterias se comunican usando señales químicas y al bloquearlas se interrumpe la comunicación y, así, la bacteria queda aislada y más vulnerable, detalla el comunicado.
El equipo investigador espera recibir aprobación de su producto para uso animal en cinco años. El DIM se usa ya en algunos tratamientos oncológicos pero la aprobación para un nuevo uso llevará tiempo.