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Para riego de hortalizas:

Tratamiento de agua mediante radiación ultravioleta

22 de Febrero 2017 Equipo Redagrícola

La nueva apuesta del INIA es darle oportunidad al agua de canal en el riego de hortalizas, de modo de evitar el alto costo de construcción y operación de un pozo profundo.

De acuerdo al Código Sanitario, el contenido permitido de coliformes fecales en aguas destinadas al riego de hortalizas y frutas cultivadas a ras de suelo para consumo en fresco, debe ser de máximo 1.000 coliformes por 100 ml de agua. Entonces, “la única posibilidad que tiene el agricultor de poder regar hortalizas que crecen a ras de suelo es con agua de pozo” explica el especialista en hortalizas de INIA La Platina, ingeniero agrónomo Carlos Blanco.

Para que el agua canal, la que no presenta costo de extracción, pueda ser utilizada en el riego de estas hortalizas el INIA propone tratarla mediante radiación ultravioleta. El proyecto cofinanciado por FIA  tendrá una duración de 18 meses, luego de lo cual se buscará validar un protocolo de desinfección microbiológica enfocado en la agricultura.

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CÓMO FUNCIONA EL SISTEMA

Para que la desinfección del agua mediante el sistema UV sea efectiva, se requiere disminuir la cantidad de sedimentos que puedan traer las aguas de canal, ya sea arena, arcilla o limo. Por ello es indispensable la construcción de un decantador para que los sedimentos y coloides que trae el agua precipiten. Esta primera etapa que tarda alrededor de 16 horas, se lleva a cabo en una piscina de 80 m de largo por 2,5 de ancho. “El decantador está diseñado para el contexto de La Platina y entrega un caudal máximo de 12 l/s necesario para el equipo de bombeo, pero hay que ajustarse a la condición predial propia del agricultor, midiendo el tiempo de sedimentación necesaria para cada canal”, agrega el especialista. Pero como muchas partículas permanecen en suspensión, una vez que el agua llega al nivel máximo del sistema, ésta pasa por gravedad a un estanque acumulador. 

En esta etapa el agua se guarda en un tranque con capacidad para almacenar 640 m3 de agua. Tras esta segunda fase el agua pasa por un sistema de filtros de arena y anillas.

Tras el proceso descrito, el agua todavía sigue con carga biológica, a pesar de que el nivel de turbidez se ha reducido considerablemente. La desinfección definitiva del agua se logra gracias a la tecnología UV adquirida a la empresa Biolight Tecnología, especializada en tratamiento y purificación de agua.

El filtro de desinfección UV consiste en un tubo de acero inoxidable de 110 mm de diámetro en cuyo interior se instala una lámpara continua de 1,80 m de longitud que emite una luz UV de 250 nanómetros de longitud de onda, capaz de destruir el ADN de las bacterias. La lámpara presenta un costo de reposición de $180 mil y tiene una vida útil estimada de 2 años (16 mil horas de uso). El equipo total de desinfección UV alcanza un costo aproximado de $3,8 millones, que permite desinfectar hasta 21 m3 de agua por hora, suficiente para un cultivo comercial. Una vez que el agua pasa por la desinfección, es derivada a los ensayos de lechuga y zanahoria que el investigador mantiene en La Platina.

VALIDACIÓN DEL SISTEMA EN LECHUGA Y ZANAHORIA

Dentro de los ensayos en campo, INIA está evaluando plantaciones bajo riego por cinta tanto con agua contaminada desde el punto de vista microbiológico como desinfectada, en “lechuga tipo milanesa dada su morfología, y también en zanahoria, que si bien no es una hortaliza que está prohibida para regar con aguas de canales, la incorporamos porque es una raíz que se está consumiendo cruda” explica Blanco.

En cuanto a la analítica, para validar esta tecnología el equipo de investigación está haciendo muestreos mensuales del agua en el decantador, en el acumulador, en el filtro de arena y anilla, y una vez que sale del proceso UV, “por lo tanto tomamos el parámetro de agua tratada desinfectada para análisis microbiológico, y también estamos tomando agua filtrada pero contaminada, posterior al paso del filtro de anillas” detalla Blanco. Todo el análisis microbiológico relativo a la detección de coliformes fecales, coliformes totales, y escherichia coli lo está llevando a cabo el Instituto de Salud Pública. “A su vez estamos tomando muestras mensuales de la turbidez del agua en las mismas etapas, de manera de determinar parámetros para la claridad de agua que está pasando, y cuán eficiente es el proceso de desinfección” agrega Blanco.

En agosto será la primera cosecha de lechugas, cuando se realizarán los primeros análisis microbiológicos “de manera de ver si pasaron contaminantes microbiológicos de las aguas al producto”, dice Blanco, así que falta poco para conocer los resultados finales del proyecto.

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