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Nuevas ventanas para el uso de feromonas

Monitoreo, detección y control de chanchito blanco

Todo cambió cuando el científico alemán Adolf Butermandt aisló en 1959 la feromona sexual del gusano de seda (Bombiyx mori). De ahí en adelante el uso de feromonas ha crecido en todo el planeta, básicamente por tres aspectos: porque no dañan el medio ambiente, porque las plagas no crean resistencias y porque cada vez más hay más dificultades para desarrollar agroquímicos para combatir ciertas plagas. Su uso en Chile se ha centrado en el monitoreo y control de lepidópteros, pero un equipo de investigadores de la PUC y PUCV desde hace unos años trabaja con varias especies de Pseudocóccidos, logrando sintentizar la feromona para una especie en concreto: Pseudococcus calceolariae.

28 de Febrero 2017 Equipo Redagrícola
Monitoreo, detección y control de chanchito blanco

 Las feromonas están triunfando en todo el planeta. Tras ser descubiertas hace más de cinco décadas, su uso se ha expandido en diferentes cultivos agrícolas. El sector crece todos los años a tasas de dos dígitos y todo indica que seguirá expandiéndose. Eso, al menos es lo que aventuran los expertos de una industria que hoy, sólo para monitoreo, vende unos 20 millones de trampas que cubren más de 10 millones de hectáreas en distintos países. Si a eso le sumamos su uso para detección y control, las feromonas permitirían que plagas como Ceratitis capitata, Spodoptera frugiperda, Tuta absoluta  o Cosmopolites sorididus tengan los días contados.

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Pero, ¿qué pasa con su uso en Chile? Tras la detección de Lobesia botrana hace unos años en la vid, la confusión sexual fue creciendo en diferentes zonas productoras. Lo mismo ha ocurrido, aunque en menor medida, con Cydia pomonella. Sin embargo, hasta ahora su uso en el país se había restringido casi exclusivamente en lepidópteros. Eso hasta que un equipo de investigadores de la Pontifica Universidad Católica de Chile (PUC) en conjunto con la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV), liderados por Tania Zaviezo y Jan Bergmann, decidieron trabajar con Pseudocóccidos, con el fin de optimizar su uso para el monitoreo, detección y control, logrando sintetizar la feromona de Pseudococcus calceolariae

Hace más de tres años la investigadora de la PUC inició un proyecto Fondef con el objetivo de explorar el empleo de feromonas para el monitoreo, básicamente para estimar la abundancia poblacional de diferentes especies de Pseudocóccidos en la uva de mesa. Pero había que hacer algo más y, además de la uva de mesa, incluyeron a los arándanos y a las manzanas como nuevos frutales, y también a otras especies de Pseudocóccidos.

“En lo que respecta a los nuevos usos de las feromonas en campo, abordamos la detección con el objetivo de conocer si ciertas especies estaban presentes o no en Chile. Hicimos ensayos para saber cuán sensibles son, cuáles son las dosis de aplicación de feromonas y recopilamos bastante información, principalmente en dos de estas especies de Pseudocóccidos (Pseudococcus viburni y Pseudococcus calceolariae)”, explica Zaviezo. El tercer objetivo fue conocer cuál era el efecto de las feromonas en el control del chanchito blanco, porque hasta ahora los únicos trabajos en este área se habían desarrollado en California con la especie que más daños causa a los productores californianos: P. ficus.

Sin embargo, Zaviezo trabajó con P. calceolariae, en manzano, añadiendo un enfoque diferente al trabajo que se había realizado en EE UU, porque allí habían empleado los típicos difusores con forma de alambre. En cambio, los especialistas de la PUC realizaron sus ensayos con el sistema SPLAT (Specilized Pheromone & Lure Application Technology). Lo que hicieron los especialistas, tras sintetizar la feromona, fue mezclarla en el sistema SPLAT, cuya principal característica es que se aplica casi de la misma forma que la silicona para pegar, es decir, con una pistola, con la cual se van aplicando pequeñas gotas de producto en el tronco de cada uno de los árboles del huerto, desde donde la feromona se va liberando en el tiempo. 

“El principal beneficio de usar las feromonas con el sistema SPLAT para el control de plagas es que no van dejando residuos de ningún tipo, todo lo contrario de cuando se debe asperjar un agroquímico”, recalca Zaviezo. Y tampoco se requieren grandes cantidades porque sólo basta aplicar 1 gramo de producto en el tronco. Una diferencia que tienen los chanchitos blancos frente a los lepidópteros, que favorece este enfoque, es que las hembras no vuelan y es muy común tener focos de infección. “Eventualmente, podríamos hacer una aplicación más localizada porque las hembras no se mueven, pero eso es algo que debe estudiarse con más detalle”, subraya la investigadora. 

Eso, según la especialista, no quiere decir que en un árbol que ha sufrido más ataque, se deba aplicar más dosis de la feromona. “No necesariamente, porque también se podría aplicar alrededor porque los chanchitos blancos no se distribuyen de manera homogénea”, precisa. Lo que han determinado los investigadores de la PUC es que se podría aplicar, por ejemplo, en las orillas o en las esquinas del huerto y dejar de hacerlo en aquellos lugares donde no hay insectos, algo que no se puede realizar con las polillas porque éstas vuelan, se pueden cambiar de lugar a medida que oviponen, se distribuyen de una forma más homogénea y también puede haber inmigración desde fuera. “Pero nada de eso ocurre con el chanchito blanco porque las hembras no se mueven. Eso a la larga permitiría una aplicación más focalizada, permitiendo una mejor optimización de feromona”, sostiene Zaviezo.

Hasta ahora el trabajo con el enfoque de control por confusión sexual lo han realizado en manzano y arándanos, porque la especie para la cual han sintetizando la feromona (P. calceolariae) no es común en la vid, aunque sí está muy asociada con los cítricos y los paltos. “Aún no hemos hecho ensayos en estos cultivos, pero hay ciertas posibilidades de explorar ambos”, apunta Zaviezo. Para otras especies con las que han trabajado en Chile (Pseudococcus viburni y Pseudococcus longispinus) ya existe la feromona sintetizada, en este caso, por la Universidad de California, a la que se añade P. calceolariae, sintetizada por los especialistas de la PUC y PUCV. La intención de Zaviezo es que en el corto plazo puedan trabajar con dos especies más: Pseudococcus meridionalis y Pseudococcus cribata, que se han descrito para Chile asociadas a uva vinífera y en uva de mesa, respectivamente. 

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Tras haber sintetizado la feromona, el siguiente paso es buscar asociaciones con empresas del sector, que son las que tienen todo el know how y las redes de distribución que permiten su desarrollo a nivel comercial. “El uso de las feromonas en Chile estará determinado por el factor económico, sobre todo cuando se usa para el control, ya que su síntesis puede tener  un costo alto”, subraya Zaviezo. Sin embargo, como esta feromona se puede usar en lugares localizados, eso permitiría que su valor por hectárea sea menor.

Restricciones a agroquímicos fomentarán su uso en Chile

Pero a la par con su menor coste, la principal ventaja de las feromonas es que no dejan residuos ni tampoco son tóxicas. Además, con todas las restricciones que están teniendo los pesticidas se han abiertos nuevas ventanas para el uso de feromonas, por ejemplo, en épocas cercanas a la cosechas, su utilización en agricultura orgánica o bien para acceder a un mercado en particular que exija su uso. “Cuando aparecieron las feromonas para la polilla de la manzana los productores decían que eran caras si se las comparaba con los insecticidas, pero hoy cada vez quedan menos insecticidas disponibles y los nuevos desarrollado pueden ser  más más caros, en algunos casos, que las feromonas. Creo que las restricciones en el uso de pesticidas abrirán una ventana para el mayor uso de feromonas en Chile”, sostiene Zaviezo. 

Asimismo, la investigadora pronostica que crecerá su utilización para el monitoreo y la detección, sobre todo porque es algo que se relaciona con manejar de manera más óptima la plaga y, eventualmente permitiría a los productores certificar sus predios como libres de la presencia de una especie en particular o bien abriría el paso al apoyo de inversiones fitosanitarias, ya que se puede monitorear con antelación aquellas especies sensibles, cuarentenariamente hablando. 

– ¿Las feromonas que han estudiado son compatibles con tratamientos de agroquímicos?

– Sí, totalmente. Incluso hay enfoques en que se pueden combinar ambos, como en el uso de tóxicos o ‘atracticidas’.  

– ¿Y qué pasa con la fauna benéfica?

– Hay bastantes indicios que sugieren que estas feromonas atraen a parasitoides específicos. De acuerdo a esto, se podría pensar en dos situaciones: que se confundan igual que los machos o que eso no ocurra. La evidencia que hay de terreno, porque no se han realizado experimentos tan detallados, es que cuando se realiza confusión sexual con feromonas hay más parasitismo. Es decir, los enemigos naturales, más que confundirlos, permanecen más en el área infectada, pero es una evidencia sólo de observación. Donde sí ha habido experimentos es a nivel de laboratorio para ver si estos enemigos naturales se atraen hacia la feromona y, los que son específicos, sí se atraen.

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Claves para un buen monitoreo, detección y control

Según la investigadora de la PUC, el monitoreo es clave. “Aquellos productores que deseen realizar un monitoreo, debieran poner trampas con la feromona temprano en la temporada, a principios de septiembre y para hacer un buen monitoreo debiesen poner una trampa cada cinco hectáreas y revisarlas cada 15 días para ver la abundancia poblacional en su huerto”, sostiene. En los ensayos que han desarrollado, la feromona que han usado ha durado toda la temporada, sin necesidad de cambiar el difusor. 

“Una diferencia que hemos visto entre el monitoreo y la detección es que el agricultor debe usar dosis menores en el monitoreo que en la detección”, afirma Zaviezo. Para la detección, si se trata de una especie cuarentenaria y el agricultor potencialmente quiere conseguir una certificación de que está libre de la plaga, éste deberá aumentar la densidad de difusores en el campo. La especialista recomienda emplear una trampa cada tres hectáreas. “Para el control de la plaga no tenemos todos los resultados que hubiésemos querido porque partimos tarde con los ensayos, pero mi percepción es que si se quiere controlar a la plaga se debe partir temprano en la temporada y probablemente habría que repetir el tratamiento pasado los dos primeros meses. Lo que sí hemos comprobado es que se produce el efecto de confusión del macho, que no estaría siendo capaz de encontrar a la hembra, aunque aún nos queda evaluar los daños finales que puede haber en el huerto”, explica la especialista. 

– Para el control de Lobesia botrana se sugiere que se debe preciso en las épocas de control, ¿con el chanchito blanco ocurre lo mismo?

– No, no ocurre lo mismo. Con el chanchito blanco no hay que tener una fecha particular si se quiere producir un efecto durante la temporada. Obviamente mientras antes se impacte en la reproducción de la plaga, se esperaría que los resultados fuesen más contundentes. Lo que ocurre con Lobesia es que tiene generaciones más discretas y separadas en el tiempo. En chanchitos blancos tiende a haber un traslape de generaciones. 

– ¿Cuándo sería imprescindible el uso de feromonas para chanchito blanco?

– No creo que haya una receta común para todos los productores. Eso dependerá de cada uno y de lo que quiere hacer con su cultivo. Si es un productor orgánico, el uso de feromonas es perfecto para ese tipo de agricultura. Para un productor convencional quizás no, pero eso es por un tema de competitividad. El monitoreo a través del uso de trampas de feromona le viene bien a cualquiera y eso mismo pasa con la detección, sobre todo cuando se quiere llegar con la fruta a mercados que imponen estrictas restricciones. 

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– ¿Hay interés de los productores por incluirlas?

– En nuestros ensayos trabajamos con productores orgánicos porque como debemos seguir poblaciones, necesitamos que no haya interferencia con aquello que estamos observando. En ese rubro en particular, los productores están muy interesados porque hoy en Chile hay muy pocas herramientas para controlar una plaga como el chanchito blanco. Por otro lado los productores en general son malos para monitorear, pero muchas veces establecen sus exigencias con protocolos de buenas prácticas agrícolas o por ciertas exigencias del mercado, que les obligan a demostrar que están realizando tal o cual manejo, en particular en relación al monitoreo. No es lo lógico ni lo ideal, pero a veces el interés está empujado por estas exigencias.

– ¿Por qué son malos para monitorear?

– El monitoreo requiere que el productor debe tener un sistema más dinámico de toma de decisiones. Cuando se realiza el monitoreo, el agricultor debe tomar decisiones de acuerdo a lo que va observando y encontrando en el campo, pero en muchos casos ese sistema dinámico no les acomoda. Tal vez muchos prefieren hacer su programa fitosanitario en invierno y lo aplican en la temporada, independientemente si tienen o no presencia de una plaga, pero eso genera equivocaciones porque, por ejemplo, se puede aplicar algo que no se debía y, por otro lado, está todo el tema de restricciones y de los residuos, que se hacen más incompatibles con el sistema de planificación en el manejo de plagas.

La investigadora añade que monitorear una plaga como el chanchito blanco de manera visual es una tarea muy engorrosa y que implica mucho tiempo, básicamente porque para monitorearla bien hay que observar cada planta durante unos cinco minutos y eso significa que en una hora un trabajador puede evaluar 10 o 12 plantas, en el mejor de los casos. También es engorroso porque en algunos cultivos es complicado identificarlo. “En manzanas se meten por la zona peduncular y es imposible detectarlos y eso implica tener personal cualificado en campo”, afirma. Por eso es que las trampas de feromona para monitoreo vienen a simplificar esa tarea y ahorrar un coste importante de mano de obra. Son muy sensibles y se puede abarcar con ellas más superficies en menos tiempo. Además, su coste no es elevado, ya que un kit de tres trampas, con las que se pueden monitorear unas 15 ha tiene un coste de unos 60.000 pesos. 

– ¿Crees que el uso de feromonas contra chanchito blanco tendrá futuro en Chile?

– El futuro de una tecnología como ésta depende de hechos técnicos, prácticos y económicos. Desde el punto de vista técnico está claro que tiene una razón. Pero también juegan otros aspectos, como si es económicamente atractivo para los agricultores o si hay un mercado que las exija para poder llegar a él. Hasta ahora hemos abordado su uso en vid, manzano y arándano porque son cultivos importantes económicamente en Chile. Sin embargo, hay otros que tienen superficies mucho menores, pero donde el chanchito blanco es un real problema, por ejemplo, en ciruelos y granados, sobre todo en este último ya que la forma del fruto es muy atractiva para alojar la plaga. En el granado son un problema tan grave que han limitado el cultivo y se debiera trabajar en especies menores también. Creo que tendrán futuro porque las crecientes restricciones de productos químicos estimularán el uso de este tipo de tecnología. 

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