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Congreso de entomología

Identificación de especies cuarentenarias de chanchitos blancos “Los análisis moleculares permiten eliminar la ambigüedad”

15 de Marzo 2017 Equipo Redagrícola

Como parte de un proyecto internacional con financiamiento de la Comunidad Europea, orientado a la aplicación de técnicas moleculares en el conocimiento de insectos, se han dado grandes pasos para la identificación de chanchitos en vides. Hasta hace poco resultaba imposible distinguir algunas especies de otras, pero hoy la historia es diferente.

De los rechazos por plagas cuarentenarias en los envíos de uva de mesa chilena al exterior, el 70% corresponde a pseudocóccidos, señala Tania Zaviezo, ingeniera agrónoma entomóloga del Departamento de Fruticultura y Enología de la Universidad Católica de Chile (UC). Un 70% de ese 70% corresponde a Pseudococcus viburni. En otras palabras, casi la mitad de los rechazos totales se debe al chanchito blanco de la vid.

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De izquierda a derecha, Margarita Correa, Tania Zaviezo y Thibaut Malausa.

Se trata de una especie que en rigor está en casi todos los mercados de destino. El problema, sin embargo, es la dificultad de distinguirlo de otras especies de chanchito –que sí son verdaderamente cuarentenarias– sobre todo en sus estados inmaduros. Los rechazos se fundan en la incapacidad de identificarlos fácilmente nivel de especies.

Confirman la existencia de dos especies “nuevas”

Como el reconocimiento visual resulta tan difícil, como parte de un proyecto de la UE se están desarrollando trabajos en el análisis molecular de los chanchitos blancos presentes en viñedos. La tesis de la ingeniera agrónoma Margarita Correa, y estudiante de Doctorado  Ciencias de la Agricultura de la UC, bajo la guía de Tania Zaviezo, estudia la estructura genética de P. viburni a nivel mundial.

–Producto de esta investigación –indica Zaviezo–  se ha logrado determinar molecularmente la especie Pseudococcus meridionalis, publicada en la revista Zootaxa en junio de 2011, y otra que coincidiría   con la descrita por Roberto González como P. cribata.

–Los chanchitos blancos son complicados de identificar morfológicamente –añade la académica–. Algunos caracteres, como el largo de los filamentos o el color de la hemolinfa, dan indicios en la observación visual. Pero una serie de variables no son un sí y un no. Por ejemplo, una especie tiene entre 3 y 20 unidades de un tipo de estructura, mientras otra va de 18 a 28, o sea los rangos se sobreponen. Eso es parte de los problemas de identificación históricos en chanchito blanco. Los análisis moleculares permiten eliminar la ambigüedad.

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Chanchitos sin identificación no cruzan la frontera

Así, si se detecta un huevo o una ninfa de primer estado en un embarque de fruta, ahora es posible saber vía molecular si se trata o no de una especie cuarentenaria, lo que antes era imposible y motivaba el rechazo.

No obstante, las nuevas especies identificadas, P. meridionalis y P. cribata, ambas cuarentenarias, en cierta forma ya estaban siendo pesquisadas. El USDA de EE.UU. había determinado que algunos de los insectos interceptados por ellos no correspondían a ninguna especie descrita. Los nombraron como Pseudococcus USDA especie 1, y Pseudococcus USDA especie 2.

P. meridionalis no solo se confundía con P. viburni, aclara Margarita Correa, sino que incluso se tomaba por Pseudococcus maritimus, un chanchito que al parecer no está en Chile.

Habrá que ver las consecuencias del logro de la identificación sobre el manejo de las distintas especies. Para ello es necesario explorar sus diferencias en biología y comportamiento, estudiar la acción de sus enemigos naturales y si los productos químicos los afectan de la misma manera. También podría haber variaciones en materias como el momento de hacer las aplicaciones. Estos aspectos entroncan con otros proyectos en ejecución, orientados al monitoreo a través del uso de feromonas de las distintas especies para buscar las mejores opciones de control integrado.

Una búsqueda en los cinco continentes

En cuanto a la iniciativa internacional comandada por la Unión Europea, su coordinador, el francés Thibaut Malausa, del INRA, apunta al uso de herramientas moleculares en un total de 10 especies. Aparte de chanchitos blancos, considera áfidos, la polilla del tomate Tuta absoluta, y pulgones, por nombrar algunos que nos resultan familiares. Participan o colaboran laboratorios de 15 países en los cinco continentes.

Una de las metas de la iniciativa es muestrear un alto número de poblaciones a nivel mundial para saber si constituyen clusters (grupos con características distintivas), verificar si en algunos lugares presentan resistencia,  y establecer el centro de origen de los insectos estudiados. Tales conocimientos permitirían afinar la búsqueda de enemigos naturales o establecer sus rutas invasoras, para dificultar su dispersión a futuro.

De hecho, ya se sabe que P. viburni no proviene de Europa. Los indicios apuntan a Sudamérica; incluso, acusa Margarita Correa, algunos sugieren el nombre de Chile como centro de origen.

Las incógnitas de la peor plaga

Thibaut Malausa menciona también los trabajos en el chanchito Planococcus ficus, la plaga más importante del mundo en viñedos.  Aparentemente, indica, puede tratarse de dos especies y no solo de una; los datos obtenidos dan una alta probabilidad de ello. Destaca en ese sentido el trabajo de Margarita Correa en la determinación en la zona de origen del insecto, Egipto.

De acuerdo a Ernesto Prado, investigador chileno que trabaja en Brasil, y que colabora en el proyecto (le correspondió hacer la diferenciación morfológica de Pseudococcus meridionalis), al parecer habría poblaciones agresivas de P. ficus en países como Egipto, California, y tal vez en Argentina; sin embargo las poblaciones de países como Francia o Brasil no serían agresivas.

Uno de los desafíos de Malausa es asegurar si se trata de una o dos especies, y establecer dónde están.

En Chile hay reportes publicados de su presencia, aunque todavía nos se cuenta con un ejemplar en condiciones de identificación. Por lo tanto, el SAG no lo incluye en su lista de plagas presentes.

¿Está Planococcus ficus en Chile? Y si lo está, ¿cuál de los dos tipos? Los análisis moleculares será claves para resolver la incertidumbre. La técnica que usa Margarita Correa permite extraer el ADN sin destruir cuticularmente el insecto, haciendo posible volver a revisarlo para describir los caracteres que son definitorios.

–Basta un ejemplar del que se logre extraer y amplificar el ADN para probar si está o no en Chile– concluye la investigadora.

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