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Frumerc: Cebollas los 12 meses del año para supermercados y exportación

21 de Marzo 2017 Equipo Redagrícola

La mejor tecnología, terrenos limpios, alianzas productivas y asesores de primer nivel le han permitido a Frumerc mantenerse entre los productores de cebolla más destacados del país. Más que una receta, entrega algunos aspectos a tener en cuenta. 

Por Jorge Velasco Cruz

“Hay que caminar el campo todos los días”, podría ser una de las premisas de Frumerc, una de las principales empresas de producción de cebolla del país con la capacidad de abastecer el mercado los 12 meses del año. Con algo más de 255 hectáreas plantadas, la compañía ocupa aproximadamente el 3,5% de la superficie plantada con la hortaliza del país (cerca de 7.000 ha según la estadística disponible), distribuidas en tres plantaciones: 210 hectáreas en la zona de Polpaico, Región Metropolitana; 20 en el Valle de Lluta, en Arica y Parinacota; y otras 25 en Longaví, Región del Maule.

A ellas se agregan otras 20 hectáreas de sandía, 1,5 de chalota y una pequeña superficie de ajo, estos últimos productos destinados principalmente a supermercados. En general, los principales canales de venta de las cebollas son el retail (60%) y el horeca (25%; hoteles, restaurantes y casinos), con ventas de 700 mil kilos mensuales. Se comercializa a granel, pelada o cubeteada. “Para que el negocio de la cebolla sea tal, hay que vender bien todos los calibres de cebolla. Nosotros nos hemos preocupado de comercializar cebollas chicas, medianas y grandes, para lo cual sirven los diferentes formatos”, señala Alejandro Ffrench-Davis, socio de Frumerc en conjunto con el agrónomo Pablo Ramírez.

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La exportación es una tercera fuente de ingresos que, sin embargo, ha ido disminuyendo. En el año 2010, Frumerc lideraba las ventas al exterior en el rubro en conjunto con Exportadora Propal y Haac Chile. Pero desde entonces, la mejora en las tecnologías de los países productores –especialmente, España- ha provocado la disminución de las ventanas de venta para países como Chile. Hoy las exportaciones de Frumerc son a firme ante pedidos específicos, especialmente de Brasil y Estados Unidos. Es así como en estos cinco años, las ventas al extranjero pasaron desde un 40% al 15% del total que comercializa.

ARRIENDO DE CAMPOS Y SISTEMA DE ROTACIÓN

El sistema de trabajo de Frumerc comienza con el arriendo de campos, que le permite llevar a cabo la rotación de cultivos. Alquila terrenos que no se han utilizado anteriormente para la cebolla, en contratos de cinco años.

La producción media llega a las 80 toneladas por hectárea, con puntas de rendimiento que alcanzan a 100 toneladas. Todos los cultivos están tecnificados con riego por goteo y emplean agua de pozo. El agua utilizada es con pH neutro pero le incorporan un poco de vinagre de vino para bajarlo cuando se aplican herbicidas. Cada vez que Frumerc traslada la producción a un nuevo campo o terreno, reutilizan un 20% de los equipos de riego.

 “Tratamos de buscar campos que no hayan tenido producción de cebolla y que los campos cercanos tampoco. Cuando, por ejemplo, uno va a producir en algunas partes de la Región de O’Higgins, a zonas cebolleras muy antiguas, hay hongos como el fusarium que están en todo el valle. Si un productor de más arriba está regando con agua de canal, el agua transporta el hongo a la cebolla. Por eso, cuando hay un campo limpio en el que no se ha cultivado antes cebolla o no tiene derrame de otro terreno, se puede regar con agua de pozo, la que no estará contaminada”, explica Ffrench-Davis.

La búsqueda del terreno comienza un año antes de que termine el alquiler del anterior. El año agrícola para Frumerc generalmente se termina en abril y, por lo tanto, cuando se está en proceso de trabajar en un nuevo predio, muchas veces se deben hacer almácigos con un tercero o en el sitio antiguo, para trasplantarlos posteriormente.

El costo de producir un kilo de cebolla para Frumerc, en promedio, oscila entre $100 y $130, puesto en su planta de proceso en Lampa. De ellos, la cosecha de cebolla, el desmoche, colocarla en los bins, y cargarla puede contemplar alrededor de $20 por kilo. “En nuestro caso, hay cerca $2 millones más de costo por hectárea que un productor tradicional, por ejemplo, de la Región de O’Higgins, que riega por surco y que no arrienda un campo. Es importante decir hasta qué etapa del cultivo se llega para estimar el costo”, apunta Ffrench-Davis. A estos valores hay que sumar flete y mano de obra. Finalmente, de un precio promedio de venta final que varía entre $300 y $350 el kilo, el margen que se logra está en torno a $50.

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USO TANTO DE SEMILLA HÍBRIDA COMO DE PLANTINES

En Frumerc plantan usando semilla híbrida y plantines. En el primer caso, se coloca la semilla directo en la tierra y se deja ahí hasta la cosecha. Su principal ventaja es la diminución de costos en relación al otro sistema, dado el menor uso de mano de obra. Hacer una planta cuesta alrededor de $2 por unidad. Con una densidad de 400 mil plantas por hectárea, el valor llega a $800 mil sólo por este concepto. Si a ello se le suma que el servicio del trasplante en el campo tiene un valor aproximado de $1.100.000, se podría decir que usar plantines es, aproximadamente, $2.000.000 más caro por hectárea.

Entonces, ¿por qué no se hace todo el proceso con semilla directa? “Para hacer buenas siembras se necesitan suelos limpios, livianos (idealmente franco-arenosos), buena disponibilidad de agua y se requiere de una gran experiencia en el control de malezas, hongos e insectos”, responde el socio de Frumerc.

En la empresa buscan lograr cultivos de alta intensidad, para lo cual emplean una trocha de 1,5 metros sobre una platabanda de 1,2 metros. Se colocan 6 hileras de cebolla, con semillas o plantines cada 10 centímetros, para completar 60 plantas por metro cuadrado de mesa. Al disponer este marco de plantación, se busca lograr 400 mil plantas por hectárea, especialmente para cultivos de día intermedio y largo. De esta forma, se apunta al máximo de producción, cual es de 100 toneladas por hectárea, pensando en que por lo general influyen factores que producen merma que, como consecuencia, dejan resultados de 80 toneladas por hectárea como promedio.

La frecuencia del riego varía según el alza de la temperatura y la evapotranspiración de las plantas. Cuando el calor sube, puede llegar a una hora diaria y hasta dos si se trata de suelos livianos. Por otra parte, en suelos más pesados y con menos temperatura, la frecuencia puede bajar hasta los tres días.

PULVERIZADORAS DE AIRE DE ÚLTIMA TECNOLOGÍA

Gracias a la tecnificación, se pueden realizar aplicaciones. Según Ffrench-Davis, las principales enfermedades y plagas que atacan a la cebolla en Chile son el mildiu o polvillo y el trips, además de la mosca de la cebolla. “Si aplicas tratamientos preventivos y tienes un buen calendario de aplicación, se pueden enfrentar estas plagas sin problemas. Tratamos de usar un calendario y aplicamos cada cinco o siete días. Revisamos todos los días la cebolla, durante el cultivo. Todos los días se camina el campo. Y cuando ves cualquier foco aplicas fungicidas. Si haces una buena aplicación preventiva, no debieras necesitar aplicaciones curativas”, explica. 

Se realiza, en promedio, una aplicación por semana de algún tipo, sea de insecticida, fungicida o herbicida, lo que completa entre 20 a 24 fumigaciones en la temporada (5 meses). En relación a la fertilización, se realiza una base al comienzo y luego una aplicación semanal por el riego.

Para las aplicaciones, Frumerc dispone de pulverizadoras de aire de última tecnología, que realizan impulsos por presión de aire, para permitir que las gotas se alojen en más lugares del cultivo. Los tractores son cabinados, lo que facilita el trabajo de día y de noche, además de proteger al operador cuando se suministran los productos.

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El proceso de cosecha se realiza al caer la hoja. Cuando se tiene entre 5% y 10% de hoja caída, se arranca la cebolla. Entre septiembre y diciembre, explica Ffrench-Davis, la cosecha es más rápida en base a su estado fisiológico de madurez. “Una  cebolla que cosechamos el 15 de octubre, es una cebolla que se arranca del suelo cuando el bulbo está duro, pero la hoja no está 100% seca. Hay un 20% a 30% con cebolla de hoja seca. Como vamos al mercado de retail e industria, las primeras cebollas que se cosechan en Chile son las nuestras y van frescas a los clientes”, comenta.

Se usa una máquina cosechadora, si el suelo es franco arenoso (si es pesado, el proceso debe ser manual), que deja la cebolla limpia sobre el terreno. Para el reparto, un tercio de la flota de camiones utilizados por la empresa son propios y el resto es contratado a terceros. Realiza los envíos a los centros de distribución de las cadenas de supermercados o de compradores como Dole, que después venden al canal horeca. Además, van en forma directa a ciertos supermercados con mayor consumo. 

La empresa tiene un packing en la comuna de Lampa, donde las cebollas se procesan (pelado, cubeteado), se calibran, almacenan, empacan y se despachan a los clientes.

QUINCE VARIEDADES DE CEBOLLA

Cada zona productiva tiene sus características para cada tipo de cebolla. “La ventaja de Arica, por ejemplo, es que se pueden producir cebollas de día corto e intermedio, aunque la que mejor se adecúa es la de día corto. Es por la posición del sol. Siempre hay alrededor de 11 horas”, comenta Alejandro Ffrench-Davis.

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La empresa trabaja con 15 variedades de cebolla roja, blanca y café (tradicional, de guarda). Produce rojas y tradicionales de día corto, intermedio y largo; y blancas (que ha introducido al mercado desde hace tres años) de día corto e intermedio. Tanto la roja como la blanca tienen un periodo de guarda de tres meses. Por ello, Frumerc realiza cuatro cultivos al año de cada una, distribuyéndolas en las distintas zonas agrícolas para así garantizar los 12 meses de cobertura.

El proceso productivo para las cebollas de ciclos corto e intermedio, se extiende de 8 a 9 meses, entre la siembra y la cosecha. El de ciclo largo, en tanto, puede durar 16 meses. La cebolla que se vende en septiembre de un año, fue sembrada en junio del año anterior, trasplantada en septiembre-octubre, y cosechada en marzo-abril. “Para nosotros, lo más difícil es calzar qué variedades son las que se deben sembrar. La idea es que, cuando estamos en cosecha con una variedad, logremos que la próxima se esté cosechando al mes siguiente”, dice Ffrench-Davis.

Hoy, dado el aumento de los costos, Frumerc está buscando nuevas formas de trabajar. Por una parte, los socios quieren trasladar algunos cultivos más al sur (regiones de O’Higgins y del Maule), debido a la falta de agua en la Región Metropolitana. Y, además, pretenden bajar los costos. Para ello esperan realizar alianzas con diversos productores, entregándoles asesoría técnica. De esta manera, esperan seguir manteniéndose como los líderes del mercado.

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